Resultó un día «atravesado», no por haber sido un miércoles del calendario, sino por su signo de tranque y obstrucción.
El último número de la revista Casa de las Américas rinde homenaje a Roberto Fernández Retamar, quien fue su director durante muchos años. Contiene, entre otras cosas, una excelente selección de su poesía y de sus ensayos. Volver a esas páginas, conocidas ayer, recién salidas del horno, me ha quemado los dedos y me ha sumergido en la tormenta de ideas que involucró a nuestra generación, a la vez que me confirmaba la vigencia de ese pensamiento en la hora actual.
Imagine que llega a un establecimiento de servicios de reparación, propiedad estatal. Le indican que pase por la mesa de la recepcionista que, además de tener la responsabilidad de tomar sus señas particulares, confecciona el vale mediante el cual se recoge, en los documentos contables, el tipo de atención que le prestarán y el consiguiente costo.
En un encuentro social o una fiesta, Enrique Ojito puede pasar inadvertido. Pequeño de estatura, con una fisonomía bastante común, y ese recogimiento de respetuoso señor que nunca llega a comprar por culpa de los colados en la cola. Pocos repararían en su talante, ajeno a la altisonancia y los arrestos de los estrepitosos. Casi siempre arrimado a Arelis, su amor y su luz. Ensimismado en ella.
Resuena la válvula de presión y siguen echándole leña al fuego. Que explote la olla. Es lo que desean desde los círculos de poder norteamericanos cada vez que anuncian una perversa medida contra este pequeño Archipiélago que, a golpe de sacrificio y resistencia, paga el precio de ser independiente.
Al pasar por el lado de dos personas que sostenían una conversación escuché a una enfatizar que a un rico no, pero a un pobre 50 pesos le resolvían muchos problemas.
Aunque el título coincide con el nombre del programa que me acogió en Radio Taíno hace cinco años, este comentario no pretende rendir honores a su colectivo, empeñado en mejorar la calidad de vida de la audiencia desde un abordaje poco tradicional de los saberes sobre salud y espiritualidad.
En estos tiempos de internet, Facebook, Twitter, Instagram…, y con celulares, en los que se nos pide que debemos tener más comunicación y donde se nos aclara, además, que todo —o casi todo— es comunicación, deberíamos (cuando sea posible) prestarles una pequeña observancia a las fotos que algunos colocan en sus perfiles virtuales.
Afianzada en la Revolución Industrial con la invención de la máquina de vapor, la producción en serie y el consiguiente afán competitivo por garantizar el dominio del mercado mundial tuvieron sus efectos, a ritmo acelerado, sobre la vida de la sociedad. El hollín lo fue invadiendo todo. Las ciudades empezaron a crecer de manera acelerada. El proletariado se constituyó como clase social. El cambio vertiginoso repercutió en el auge de las ciencias sociales. La historia modificó su perspectiva, la economía devino referente indispensable, la sicología, la antropología y la sociología adquirieron autonomía. Esta última permeó con su influjo otras disciplinas.
En estos tiempos de internet, Facebook, Twitter, Instagram…, y con celulares, en los que se nos pide que debemos tener más comunicación y donde se nos aclara, además, que todo —o casi todo— es comunicación, deberíamos (cuando sea posible) prestarles una pequeña observancia a las fotos que algunos colocan en sus perfiles virtuales.