Junto al concepto de Revolución, quizá uno de los documentos más trascendentes de Fidel sea el discurso del 17 de noviembre de 2005 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, aquel en el que advirtió que el proceso político cubano podía autodestruirse por el peso de sus propios errores.
En mi barrio, en el municipio capitalino de Cerro, como en casi todos, se han multiplicado las cafeterías y pequeñas tiendas que solemos llamar mipymes. Aunque cada uno de sus dueños coloca un cesto o caja en la puerta, pocos dejan allí los papelitos, envolturas o latas que generan las meriendas consumidas, que pueden terminar «cuidadosamente» colocadas en algún muro o ventana, incluso, colgadas de alguna reja o simplemente tiradas en la calle, acera o jardín.
Siempre habrá alguien que no me conozca bien y pudiera pensar: «De qué va a hablar este de descolonización, si se ha pasado la vida hablando de Los Beatles». Bueno, eso es verdad, pero según dicen los que más saben, de Los Beatles se va a hablar en el siglo XXII como hablamos hoy en día de Chopin y de Mozart.
No ha bastado que un ultraderechista y ultra-liberal como Javier Milei obtuviera finalmente la presidencia, gracias a un electorado que depositó en sus promesas el cansancio de una crisis financiera y social heredada por el saliente gobierno peronista y que tuvo nacimiento, básicamente, en el programa neoliberal de su antecesor, el ejecutivo de Mauricio Macri. Después, avatares como la pandemia de la Covid 19, la sequía, los disensos dentro del Frente de Todos, y los grilletes que la deuda externa le dejó puestas al gobierno de Alberto Fernández, hicieron lo suyo.
Subir y bajar el Pico Turquino por Santiago de Cuba en un solo día puede ser, sencillamente, una aventura única, pero a su vez desafiante. Entre la ida en constante ascenso y el regreso en picada, los 22 kilómetros de trayecto terminan extenuando cada parte del cuerpo.
Claudia Sheinbaum ha hallado el edificio de la IV Transformación erigido sobre bases sólidas hasta un primer piso. Pero ello no restará esfuerzos para cumplir su compromiso de levantar la segunda planta.
La furia de la naturaleza «encarnada» esta vez en Rafael, un huracán de categoría 3 al tocar tierra, cambió en un santiamén la vida y el andar de la gente de la provincia de Artemisa, la más afectada por el fenómeno meteorológico. Gente noble, laboriosa, apegada a su pedazo de país y de patria, todavía no sale del asombro, y no es para menos.
Quién puede dudar de la capacidad resiliente del pueblo cubano cuando vemos que ante el desastre se levanta con más fuerza un huracán de solidaridad y amor. Ello lo hemos visto nuevamente desde las primeras horas, luego del paso de Rafael por la geografía artemiseña, a donde llegan muchas manos amigas para transformar la adversidad en esperanza.
Regresa la electricidad a mi barrio del Cerro, en La Habana, y con ella la conexión a internet y a las redes, y hasta una sensación de regreso a la vida. Una vida que siempre nos parece incompleta en este país donde muchos sentimos que no basta con rescatar la vida nuestra, sino la de todos los que ahora sobreviven tras el surco siniestro del huracán Rafael.
Cuba ha vivido la crisis energética de mayor calado que se recuerde. El viernes 18 de octubre todo el país se quedó a oscuras y los cortes se mantenían, aunque más de 60 por ciento de los cubanos venían soportando desde hace varias semanas apagones de más de 14 horas e interrupciones en servicios esenciales, desde el suministro de agua potable hasta la comunicación y la salud pública.