Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Entre recuerdos, realidades y huracanes

Ser estudiante en la Cuba de hoy supone enormes sacrificios, pero al cabo del tiempo el esfuerzo debe haber valido la pena

 

Autores:

Osviel Castro Medel
Dorelys Canivell Canal
Laura Fajardo Mastache

Los que ya dejamos las aulas vivimos inundados de nostalgias cuando repasamos los días de pupitres, maldades, noviazgos primeros y cuentos que jamás se repetirán.

Tal vez por eso aquilatamos mejor la palabra «estudiante», convertida en recuerdos, sonrisas y anécdotas de una etapa hermosa, llena de impulsos, anhelos o pasos iniciales.

Este 17 de noviembre, Día Internacional del Estudiante, retornan a nuestras mentes varias imágenes de aquellos días; entonces miramos a quienes hoy visten sus uniformes y van con paso lento o rápido, a pie o en bicicleta hacia sus centros escolares, permanecen internos o caminan por pasillos de las universidades.

Cuando se es estudiante lo mejor sería mirar esa etapa como fuente y cielo, entender la trascendencia de la lectura y la superación, hacer que nuestros padres salten invisiblemente de orgullo.

Claro, no resulta tan fácil. Hay mucha inexperiencia, una lógica tendencia a la superficialidad y a veces demasiada rebeldía.

«Ser estudiante es estar en un proceso de aprendizaje continuo, donde se adquieren conocimientos, habilidades y valores. Es una etapa de descubrimiento, en la que se establecen las bases para el futuro, se forman amistades y se desarrollan capacidades críticas para enfrentar los desafíos del mundo», dice Naomi Escamith Medina, una estudiante del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas en Santiago de Cuba.

Por su parte, Christian Martínez Robaina, del preuniversitario capitalino República de Panamá expresa que «nuestros estudiantes son muy conscientes de las carencias que se originan a raíz de los problemas económicos que enfrentamos, pero si hay algo que puede darles seguridad  es el hecho de que el saber lo es todo, sin importar el contexto en que se desarrollen».

Esas ideas se enlazan con las de la bayamesa Amelia García Mendoza, quien cursa el tercer año de la carrera de Medicina. Para ella «ser estudiante en la Cuba de hoy supone un enorme sacrificio por todas las condiciones adversas que existen en nuestro país. Es complejo estudiar con apagones, dificultades con el transporte para ir a la universidad, altos precios para adquirir un producto comestible o un par de zapatos, pero al cabo de los años diremos que valió la pena tanto esfuerzo.

Conocimiento de la historia, necesidad permanente

Uno de los problemas del estudiantado cubano es el insuficiente conocimiento de la historia. Al respecto, Angélica Figueredo, quien cursa el  12mo. grado en el preuniversitario granmense Luis Augusto Turcios Lima, reconoce que  muchos aún no se han enamorado de esta materia, importante para conocer las esencias de la nación.

Tal vez se deba, según la reflexión de ella, a la gran extensión de los contenidos (que muchas veces se tornan poco atractivos) y a la pérdida del hábito de lectura, agravada con el empleo creciente de las nuevas tecnologías.

Estas lagunas no solo se manifiestan al abordar hechos y figuras de Cuba; también aparecen al analizar acontecimientos internacionales.

La razón por la que se celebra el Día Internacional del Estudiante, por ejemplo, no es dominada por muchos educandos, una verdadera paradoja del presente.

Desconocen que el 17 de noviembre de 1939, en Praga (capital de la antigua Checoslovaquia) varios colegiales fueron fusilados por tropas nazis, después de protestar en las calles por otros hechos horrendos, ocurridos en esa ciudad a raíz del aniversario 21 de la declaración de independencia de aquel país, la cual se conmemoró el 28 de octubre.

Luego de esos sucesos esta fecha se ha convertido en un símbolo universal. Aunque se instauró como un día de recordación a los caídos, hoy en más de cien países es una jornada de fiesta y celebración.

«Debemos leer más e intercambiar entre nosotros sobre esos temas, como lo hacemos hoy sobre las nuevas tecnologías», sentencia Leandro Marrero Aldana, quien cursa  la carrera de Periodismo y llegó a ser presidente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) en Granma.

Contra huracanes

Si bien hay estudiantes «regados», también hay muchos que están aportando más allá de las aulas. Y eso, en estos tiempos tan complejos, merece amplificarse.

Miremos las historias de las habaneras Heyla Rodríguez Brunet y Lorena Rosibel Fontela Méndez. Ellas, integrantes de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, se sumaron a tareas vinculadas con la limpieza de escombros, la reparación de infraestructuras y el apoyo en la distribución de alimentos y suministros. Además, también integraron las brigadas  que han organizado campañas de recolección de alimentos, ropa y artículos de primera necesidad para las provincias más afectadas, especialmente Guantánamo y Artemisa.

También podríamos citar la novela real de  Alejandro Bosmenier León, quien cursa el tercer año de Pedagogía Psicología de la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca y es presidente de la FEU en esa institución.

Las fuerzas de nuestros estudiantes han ayudado en las labores de recuperación tras el paso de los huracanes. Foto: Roberto Suárez

Él formó parte de las guerrillas 13 de Marzo, activadas antes del paso del huracán Rafael por el occidente de Cuba y que se fueron hasta la provincia de Artemisa. «La guerrilla de la FEU ayudó en un primer momento en la limpieza de las áreas del hospital provincial Ciro Redondo», expone con orgullo.

En una segunda ocasión se fueron hasta la universidad artemiseña (que celebra su cumpleaños cada 13 de noviembre) y allí ayudaron en su recuperación. Él recuerda, ahora mismo que al pasar el ciclón Ian por Pinar del Río la Universidad vueltabajera estaba cerca de celebrar los 50 años. «Como sabemos lo que es pasar por este tipo de situación, llevamos hasta allá un detalle y un mensaje de felicitación y fuerza en nombre de Pinar. La rectora, entre lágrimas, nos agradeció y en un abrazo concluyó diciéndonos: Gracias por hacer tanto por mi universidad».

Al regreso, cuenta el muchacho, intentaron definir lo que habían hecho ese día: «Palabras como amor y grandeza salieron al aire, pero la definición de nuestra acción fue con la palabra Cuba».

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