Alberto Luberta Noy, premio nacional de Humor 2001 y premio nacional de Radio 2002 Autor: Archivo de JR Publicado: 13/11/2025 | 09:47 pm
—Has transitado por muchas épocas del humor cubano. Si te pidiera que señalaras el que consideras el mejor momento o programa de todos los tiempos, ¿cuál escogerías?
—No diré Alegrías de sobremesa… jajaja. Para mí el mejor programa de todos los tiempos en el humor cubano es La tremenda corte. Era un espacio humorístico que lo tenía todo: buenos actores, un excelente costumbrismo, con buen manejo del idioma al presentar las situaciones y los juegos de palabras... Escrito por un gallego, Cástor Vispo, que llegó a conocer la idiosincrasia y el gracejo de nuestro país de manera profunda. Fue un gran maestro al que sin dudas debo parte de mi inspiración en Alegrías de sobremesa. Es cierto que eran otros tiempos en que la radio tenía mayor fuerza y lamentablemente ya no es así.
—¿Cuál es la importancia que le concedes a la creación del Centro Promotor del Humor (CPH)?
—Fue una excelente idea, fruto de mucho trabajo. Yo le otorgo el mayor mérito a Osvaldo Doimeadiós, sin quitar importancia a otros directores que han pasado por ahí. El problema es que Doimeadiós fue quien realmente logró reunir a todos los humoristas y crear, más que una institución, un verdadero movimiento artístico. Quizá eso era lo que le faltaba al humor cubano.
—¿Qué piensas del Premio Nacional del Humor? ¿Es un reconocimiento justo?
—Sí, muy justo, y no porque me lo hayan dado en 2001, junto a Enrique Núñez Rodríguez. Solo tienes que revisar algunos nombres como Faustino Oramas (el Guayabero), Luis Carbonell, María de los Ángeles Santana, Armando Soler, Carlos Ruiz de la Tejera, Manuel, Juan Padrón, Aurora Basnuevo, Natalia Herrera y otros grandes del humor cubano incluyendo al primero en obtenerlo, Héctor Zumbado. Era una distinción que se les debía a los humoristas y al humor en nuestro país.
—Como guionista ¿qué papel le otorgas al guion dentro del desarrollo del humor?
—El más importante. El humor desde tiempos remotos ha sido considerado un arte menor por decirlo de alguna manera, y esto también lo han sufrido los guionistas humorísticos. Desde mucho tiempo atrás los salarios de los guionistas de programas de humor en la radio, y de otros medios, fue muy por debajo al que recibían los actores y otros especialistas.
«El guion es lo que da vida a todo. Ahora hay muchos humoristas que escriben sus propias rutinas y eso es bueno, pero debía existir una labor más intencionada en promover el trabajo del escritor y creo que el Centro Promotor del Humor ha puesto su vista en eso, no solo al premiar el guion dentro del Aquelarre, sino en asumir a los escritores de humor como parte indisoluble del género y distinguirlos con el Premio Nacional».
—Además de Vispo, a quien sin dudas admiras, ¿qué otros guionistas te han servido de inspiración para insistir en tan olvidado oficio?
—Cástor Vispo fue mi maestro, mi gran profesor. Admiro mucho el trabajo que realizó Enrique Núnez Rodríguez, mi gran amigo, con quien tuve el honor de recibir el Premio. Él fue un escritor inmenso que se alejó de los medios, pero no dejó de hacer humor. Él me llamaba «el mártir cotidiano de la radio». Marcos Behmaras también está entre mis preferidos: fue un buen humorista, buen escritor y buena persona.
—El programa que escribes, Alegrías de sobremesa, está próximo a cumplir 50 años de existencia, luego de nacer en abril de 1965. El CPH, está celebrando sus primeros 20 años. ¿Piensas que llegará a celebrar su medio siglo?
—Es difícil augurar las cosas a tan largo plazo. Yo mismo jamás pensé que Alegrías… pudiera estar tantos años al aire y yo con ellos. Ha sido mucho el sacrificio y la constancia para lograrlo. Pienso que el Centro, de mantener su línea de trabajo, puede durar muchos años. Hay algo que tenemos a favor: en Cuba, siempre habrá buen humor y buenos humoristas.
(Fragmento de entrevista realizada a Alberto Luberta en 2014 para el proyecto de la serie audiovisual Vivir y morir de la risa)

Aníbal de Mar, el juez, y Leopoldo Fernández, Tres patines, en La tremenda corte.
ALBERTO Damián Luberta Noy. Fue un reconocido escritor y director de la radio cubana. Guionista de programas en la emisora Radio Progreso, y considerado una leyenda de la radiodifusión cubana. Su mayor entrega reconocida es el espacio Alegrías de Sobremesa, transmitido por la emisora Radio Progreso, la Onda de la Alegría, por más de 50 años.
Nació el 27 de septiembre de 1931 en La Habana. Cursó estudios primarios en el Colegio Mesa y Domínguez y los continuó en la Escuela Primaria Superior No. 1, ambas en el capitalino municipio de Marianao.
En 1947 comienza a trabajar como copista de libretos en la radio y adaptador de programas para la televisión. Por esos años colaboró en las publicaciones El Sable y Mujeres. Escribió sketches para Tota y Pepe en De fiesta a las nueve, entre otros programas de la CMQ.
En 1971 pasó a trabajar a Radio Progreso donde impartió un curso para escritores del Instituto Cubano de Radiodifusión. Fue guionista y director de varios espacios en esta emisora. También escribió novelas y otros tipo de dramatizados para la televisión y la revista musical La Rampa, estrenada en el Teatro Martí.
Ingresó en la Uneac en el año 1977 y llegó a ser miembro del Consejo Nacional de esta organización. En 1983 formó parte de la brigada artística que recorriera de Cabinda a Cunene, en Angola, trabajando para los soldados internacionalistas cubanos.
Otros espacios para los que escribió fueron Secundino Tracy, el detective gallego, con Idalberto Delgado y Mario Galí, y De repente en televisión, conducido por Rosita Fornés. Fue el guionista del programa En familia, conducido y dirigido por Alfredo Rodríguez.
Miembro fundador del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, mereció el Premio Nacional de Humor 2001 y el Premio Nacional de Radio 2002. Estimado y querido por su pueblo como una gloria de la cultura nacional, falleció el 23 de enero de 2017 en La Habana.
Entre los muchos lauros que recibió se destacan la Medalla por la Cultura Nacional, la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez, que otorgan las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Caracol de Honor por la obra de la vida (2007), que concede la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Uneac.
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