Algunos jóvenes solemos emocionarnos cuando escuchamos anécdotas de etapas anteriores. A veces, hasta manifestamos el deseo de haber estado en momentos tan peculiares, pero en verdad lo más importante es ser protagonistas ahora mismo.
Se le atribuye al nazifascista Joseph Goebbels la frase de que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad. Esta expresión bien puede resumir el mundo convulso y globalizado en que vivimos, en el que abunda la desinformación de las masas, ante la sobresaturación de contenidos y el rol hegemónico de los grandes medios.
No se cambia dignidad por estatus, ni siquiera por el de la libertad que todo ser humano necesita, defiende y desea. Honrar en la práctica este principio multiplica el decoro y la autoridad de quien lo hace. Luiz Inácio Lula da Silva, con mucha firmeza y naturalidad, lo está demostrando. ¡Todo el respeto del mundo para él!
«Hay que tener consideración a los vecinos», solían decir mis padres a modo de regaño cuando mi hermano y yo intentábamos subir apenas un poquito el televisor Krim 218 para escuchar mejor las ya extintas Aventuras.
«El patio de mi casa es particular y cuando llueve se moja como los demás, decía una antigua ronda infantil», una más entre tantas otras hoy olvidadas. Bajo el manto de la inocencia se ocultaba una verdad profunda. Los acontecimientos que se producen en lugares distantes del planeta repercuten directa o indirectamente en nuestras vidas. Haber permanecido en esta Tierra por muchos años ha dejado en mi memoria el registro de un proceso histórico signado por la aceleración de los cambios y por el acrecentamiento de la violencia que se manifiesta de diversas maneras.
HANOI, Vietnam.— El camino que conduce al Mausoleo Ho Chi Minh, en esta ciudad, bordea una instalación en la que la sencillez se muestra al visitante con una belleza singular. Árboles y plantas de todo Vietnam, sembrados en número de 79, simbolizan la edad del líder de la independencia de este país cuando la muerte lo sorprendió, y acompañan el camino hasta el recinto donde descansan sus restos mortales.
El desasosiego se desencadena como si acabara de recibir la propuesta, nada más y nada menos, de que debía irse para el infierno terrenal, cuando en realidad le propusieron una atención segura bajo la lupa de médicos y enfermeros.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no ha disimulado —ni un solo segundo desde que llegó al poder—, que tiene a Cuba entre ceja y ceja. Alocuciones y disposiciones políticas han dejado claro que intenta a toda costa asfixiar a este pequeño Archipiélago.
Entre La diligencia, de John Ford y con John Wayne en el protagónico, y la película Ben-Hur, de William Wyler y Charlton Heston en la primera línea del reparto, se encuentra un elemento en común y que el tiempo no ha logrado desaparecer. ¿Saben cuál es? Los caballos. Sí, pero lean bien: no cualquier caballito, sino precisamente los que tiran de un vehículo conducido por el auriga, no importa su tipo y tamaño.
La rigidez cierra, en vez de abrir las puertas, una lección que, no por simple, siempre estuvo clara en el complejo proceso de la Revolución Cubana.