America Fuentez preguntó:
Los nombres propios son voces o expresiones que, desposeídas de sentido léxico, se emplean para designar o referirse concretamente a seres, entidades u objetos únicos, individualizándolos. Se caracterizan por escribirse con inicial mayúscula. La nueva Ortografía de la lengua española (2010) señala que no reciben un tratamiento especial que los exima de la observancia de las normas ortográficas, pese a constituir un subconjunto particular dentro del léxico de la lengua. Dentro del inventario tradicional de nombres propios hispánicos, pueden distinguirse aquellos que presentan una única forma asentada en español, ej. Álvaro, Inés (para los que no se consideran correctos el uso de otra ortografía); una o más variantes asentadas que se han fijado en la tradición como igualmente válidas, ej. Jenaro/ Genaro, Elena/Helena (a veces por la conservación de grafías arcaicas, fosilizadas en una de sus variantes: Ximena por Jimena o Leyre por Leire); combinaciones gráfico-fónicas, no presentes en palabras patrimoniales, que aparecen en aquellos nombres recibidos de otras lenguas: Vladimiro o Cuauhtémoc. La creación de nuevas unidades por parte de hablantes que valoran sobre todo la originalidad y el exotismo en el nombre de pila, tiende en la actualidad a la formación de anagramas de nombres ya existentes, ej. Airam, a partir de María, Noslen, a partir de Nelson; la unión de segmentos de los nombres de los progenitores, ej. Alenia, de Alejandro y Tania, Hécsil, de Hector y Silvia, Julimar, de Julio y María; la fusión de varias palabras o de fragmentos de enunciados, ej. Yotuel, unión de los pronombres yo, tú y él. Desde el punto de vista lingüístico, no cabría exigir más requisito a los neologismos antroponímicos que su total adecuación a la ortografía y pronunciación españolas. Por ello, con independencia de la extrañeza que pueden causar en el momento de su acuñación o de cuestiones relacionadas con el gusto personal o social, nombres como Yunisleidi o Dinel son perfectamente admisibles desde un punto de vista ortográfico. En cuanto a si pueden o no presentar faltas de ortografía, se aclara que aunque se deben seguir las normas ortográficas de la lengua en los nombres propios, estos deben ser escritos tal cual aparecen registrados en la inscripción de nacimiento o documento de identidad del individuo, para su empleo en trámites legales. (Depto. Lingüística, ILL)
edgar preguntó:
La voz nomenclador aparece en el Diccionario de la lengua española (DRAE, 2001) de la siguiente manera: nomenclador. (Del lat. nomenclator, -oris). 1. m. nomenclátor./ 2. m. Catálogo que tiene la nomenclatura de una ciencia. nomenclátor. (Del lat. nomenclator). 1. m. Catálogo de nombres, ya de pueblos, ya de sujetos, ya de voces técnicas de una ciencia o facultad. (Depto. Lingüística, ILL)
edgar preguntó:
La voz nomenclador aparece en el Diccionario de la lengua española (DRAE, 2001) de la siguiente manera: nomenclador. (Del lat. nomenclator, -oris). 1. m. nomenclátor./ 2. m. Catálogo que tiene la nomenclatura de una ciencia. nomenclátor. (Del lat. nomenclator). 1. m. Catálogo de nombres, ya de pueblos, ya de sujetos, ya de voces técnicas de una ciencia o facultad. (Depto. Lingüística, ILL)
Carlos preguntó:
Es correcto emplear la voz 'nonestre' para referirse al período de nueve meses: ej. El programa calcula automáticamente los subtotales para los trimestres, semestres y nonestres, así como todos los indicadores para el instituto en su conjunto.
También se emplea la voz 'nonestral' para señalar que ocurre o se hace cada nueves meses: ej. los informes se hacen por servicio trimestral, semestral, nonestral y anual. (Depto de Lingüística, ILL)
Carlos preguntó:
Es correcto emplear la voz 'nonestre' para referirse al período de nueve meses: ej. El programa calcula automáticamente los subtotales para los trimestres, semestres y nonestres, así como todos los indicadores para el instituto en su conjunto.
También se emplea la voz 'nonestral' para señalar que ocurre o se hace cada nueves meses: ej. los informes se hacen por servicio trimestral, semestral, nonestral y anual. (Depto de Lingüística, ILL)
Teresa preguntó:
El Diccionario de uso del español de España y América (Vox, 2003) define noticia e información de la siguiente manera:
noticia fem. 1. Comunicación o informe que se da acerca de una hecho o un suceso reciente, en especial si se divulga en un medio de comunicación. Noticia bomba. Noticia que causa mucha impresión, en especial por ser imprevista o de gran importacia. // 2. Información, conocimiento o idea de una cosa. // 3. femenino plural. noticias. Programa de radio o televisión en el que se comunican hechos o sucesos recientes que han sucedido en todo el mundo y que tienen un interés público.
información fem. 1. Acción de informar. // 2. Noticia o dato que informa acerca de algo. // 3. Lugar, establecimiento o departamento donde se informa sobre algo a la persona que lo solicita. // 4. Comunicación o adquisición de conocimientos que permiten ampliar o precisar los que se poseen sobre una materia determinada. Información privilegiada. Información a la que, por sus características, tienen acceso pocas personas, o lo tienen antes que otras muchas a las que también debe llegar. Información reservada. Información secreta. // 5. Investigación de los antecedentes genealógicos de una persona, que se lleva a cabo con determinado fin, como el hecho de ocupar un empleo. Se usa generalmente en plural.
Ambas voces pueden funcionar como sinónimos en determinados contextos, sin embargo, existen matices que las diferencian sobre todo en que la noticia casi siempre tiene un carácter reciente, breve y conciso; y la información es todo tipo de dato, reciente o no, que puede variar su extensión en dependencia de lo que se ha investigado o el objetivo que persigue. (Depto. Lingüística, ILL)
Ernesto Brancacho Polo preguntó:
Entre las principales novedades que propone la última edición de la Ortografía de la lengua española (2010) están: - Exclusión de los dígrafos ch y ll del abecedario Se excluyen definitivamente del abecedario los signos ch y ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema. El abecedario del español queda así reducido a las veintisiete letras. La eliminación de los dígrafos ch y ll del inventario de letras del abecedario no supone, en modo alguno, que desaparezcan del sistema gráfico del español.
Estos signos dobles seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las palabras españolas: el dígrafo ch en representación del fonema /ch/ (chico [chíko]) y el dígrafo ll en representación del fonema /ll/ o, para hablantes yeístas, del fonema /y/ ('calle' [kálle], [káye]). La novedad consiste, simplemente, en que dejan de contarse entre las letras del abecedario. -
Propuesta de un solo nombre para cada una de las letras del abecedario Algunas de las letras tienen varios nombres con tradición y vigencia en diferentes zonas del ámbito hispánico.
La nueva edición de la ortografía, sin ánimo de interferir en la libertad de cada hablante o país de seguir utilizando el nombre al que esté habituado, pretende promover hacia el futuro un proceso de convergencia en la manera de referirse a las letras del abecedario, razón por la que recomienda, para cada una de ellas, una denominación única común. La recomendación de utilizar un solo nombre para cada letra no implica, en modo alguno, que se consideren incorrectas las variantes denominativas con vigencia en el uso que presentan algunas de ellas, y que a continuación se comentan: a..
La letra v tiene dos nombres: uve y ve. El hecho de que el nombre uve se distinga sin necesidad de añadidos del nombre de la letra b justifica su elección como la denominación recomendada para la v en todo el ámbito hispánico. b..
La letra b se denomina simplemente be entre aquellos hispanohablantes que utilizan el nombre uve para la letra v. En cambio, quienes llaman ve (corta, chica, chiquita, pequeña o baja) a la v utilizan habitualmente para la b las denominaciones complejas be larga, be grande o be alta, añadiendo en cada caso el adjetivo opuesto al que emplean para referirse a la v. c..
La letra w presenta también varios nombres: uve doble, ve doble, doble uve, doble ve y doble u (este último, calco del inglés double u). Se da preferencia a la denominación uve doble por ser uve el nombre común recomendado para la letra v y ser más natural en español la colocación pospuesta de los adjetivos. d.. La letra y se denomina i griega o ye.
El nombre i griega, heredado del latino, es la denominación tradicional y más extendida de esta letra, y refleja su origen y su empleo inicial en préstamos del griego.
El nombre ye se creó en la segunda mitad del siglo xix por aplicación del patrón denominativo que siguen la mayoría de las consonantes, que consiste en añadir la vocal e a la letra correspondiente (be, ce, de, etc.).
La elección de ye como nombre recomendado para esta letra se justifica por su simplicidad, ya que se diferencia, sin necesidad de especificadores, del nombre de la letra i. e..
La letra i, cuyo nombre es i, recibe también la denominación de i latina para distinguirla de la letra y cuando para esta última se emplea la denominación tradicional de i griega. A diferencia de las variantes denominativas que se acaban de exponer, todas ellas válidas, no se consideran hoy aceptables los nombres alternativos que han recibido algunas otras letras en el pasado; así, se aconseja desechar definitivamente el nombre ere para la r, así como las formas ceta, ceda y zeda para la z.
Los únicos nombres válidos hoy para estas letras son, respectivamente, erre y zeta. - Sustitución, por grafías propias del español, de la q etimológica con valor fónico independiente en aquellos extranjerismos y latinismos plenamente adaptados al español (quorum > cuórum). En el sistema ortográfico del español, la letra q solo tiene uso como elemento integrante del dígrafo qu para representar el fonema /k/ ante las vocales e, i (queso [késo], quién [kién]). Este mismo fonema se representa, en el resto de las posiciones, con la letra c (canguro [kangúro], corto [kórto], cuenta [kuénta], acné [akné], tictac [tikták]), aunque en préstamos de otras lenguas también puede aparecer representado por la letra k en cualquier posición (karaoke [karaóke], kilo [kílo], koala [koála], kurdo [kúrdo], búnker [búnker], anorak [anorák]).
Es, por lo tanto, ajeno a la ortografía del español el empleo de la letra q como grafema independiente, con valor fónico autónomo. Por ello, los préstamos de otras lenguas, sean latinismos o extranjerismos, cuya grafía etimológica incluya una q que por sí sola represente el fonema /k/, si se adaptan al español, deben sustituir esa q por las grafías propias de la ortografía española para representar dicho fonema. En aplicación de esta norma, voces inglesas como quark o quasar, o latinas como quorum o exequatur, deben escribirse en español cuark, cuásar, cuórum y execuátur. En caso de mantener las grafías etimológicas con q, estas voces han de considerarse extranjerismos o latinismos crudos (no adaptados) y escribirse, por ello, en cursiva y sin tilde. Aunque en el ámbito de los nombres propios (antropónimos y topónimos) es frecuente el uso de grafías originarias no adaptadas o -si los nombres provienen de lenguas que emplean otro alfabeto u otro sistema de escritura, como el árabe, el hebreo o el chino- de transliteraciones de las grafías originarias al alfabeto latino, sin adaptaciones ulteriores, en el caso de los topónimos mayores, como son los nombres de países, es conveniente usar grafías plenamente adaptadas a la ortografía del español.
Por ello, aplicando la misma norma que para los nombres comunes, se recomienda emplear con preferencia las grafías Catar e Irak para los nombres de esos dos países árabes, mejor que Qatar e Iraq, transcripciones de los originales árabes que presentan un uso de la q ajeno al sistema ortográfico del español. - Eliminación de la tilde en palabras monosilábicas con diptongos o triptongos ortográficos: guion, truhan, fie, liais, etc. - Eliminación de la tilde diacrítica en el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad. - Supresión de la tilde diacrítica en la conjunción disyuntiva o escrita entre cifras. - Normas sobre la escritura de los prefijos. Los prefijos son elementos afijos, carentes de autonomía, que se anteponen a una base léxica (una palabra o, a veces, una expresión pluriverbal) a la que aportan diversos valores semánticos. Se escriben siempre soldados a la base a la que afectan cuando está constituida por una sola palabra: antiadherente, antirrobo, antitabaco, cuasiautomático, cuasidelito, exalcohólico, exjefe, exministro, exnovio, expresidente, posmoderno, posventa, precontrato, prepago, proamnistía, probritánico, provida, superaburrido, superbién, supermodelo, vicealcalde, vicesecretario, etc.
En este caso, no se consideran correctas las grafías en las que el prefijo aparece unido con guion a la palabra base. Si se forma una palabra anteponiendo a la base varios prefijos, estos deben escribirse igualmente soldados, sin guion intermedio: antiposmodernista, requetesuperguapo. Se unen con guion a la palabra base cuando esta comienza por mayúscula, de ahí que se emplee este signo de enlace cuando el prefijo se antepone a una sigla o a un nombre propio univerbal: anti-ALCA, mini-USB, pos-Gorbachov.
También es necesario emplear el guion cuando la base es un número, con el fin de separar la secuencia de letras de la de cifras: sub-21, super-8. Se escriben necesariamente separados de la base a la que afectan cuando está constituida por varias palabras. Hay determinados prefijos, como ex-, anti- o pro-, que son especialmente proclives, por su significado, a unirse a bases de este tipo, ya se trate de locuciones o de grupos sintácticos, característica por la cual la gramática ha acuñado para ellos la denominación de prefijos separables: ex relaciones públicas, anti pena de muerte, pro derechos humanos.
Las normas aquí expuestas rigen para todos los prefijos, incluido ex-. Para este prefijo se venía prescribiendo hasta ahora la escritura separada -con independencia de la naturaleza simple o compleja de su base- cuando, con el sentido de 'que fue y ya no es', se antepone a sustantivos que denotan ocupaciones, cargos, relaciones o parentescos alterables y otro tipo de situaciones circunstanciales de las personas. - Equiparación en el tratamiento ortográfico de extranjerismos y latinismos, incluidas las locuciones. En la nueva ortografía se da cuenta de las normas que deben seguirse cuando se emplean en textos españoles palabras o expresiones pertenecientes a otras lenguas, siendo la principal novedad en este sentido la equiparación en el tratamiento ortográfico de todos los préstamos (voces o expresiones de otras lenguas que se incorporan al caudal léxico del español), con independencia de que procedan de lenguas vivas extranjeras (extranjerismos) o se trate de voces o expresiones latinas (latinismos).
De acuerdo con estas normas, los extranjerismos y latinismos crudos o no adaptados -aquellos que se utilizan con su grafía y pronunciación originarias y presentan rasgos gráfico-fonológicos ajenos a la ortografía del español- deben escribirse en los textos españoles con algún tipo de marca gráfica que indique su carácter foráneo, preferentemente en letra cursiva, o bien entre comillas. En cambio, los extranjerismos y latinismos adaptados -aquellos que no presentan problemas de adecuación a la ortografía española o que han modificado su grafía o su pronunciación originarias para adecuarse a las convenciones gráfico-fonológicas de nuestra lengua- se escriben sin ningún tipo de resalte y se someten a las reglas de acentuación gráfica del español: ej. Me encanta el ballet clásico / Me encanta el balé clásico. Por su parte, las locuciones o dichos en otras lenguas que se utilicen en textos españoles deben escribirse igualmente en cursiva -o, en su defecto, entre comillas- para señalar su carácter foráneo, su consideración de incrustaciones de otros idiomas en nuestra lengua: ej. Su bien ganada fama de femme fatale le abría todas las puertas; La tensión fue in crescendo hasta que, finalmente, estalló el conflicto. Según se establece en la nueva edición de la ortografía, las locuciones latinas (expresiones pluriverbales fijas en latín que se utilizan en todas las lenguas de cultura occidentales, incluido el español, con un sentido más o menos cercano al significado literal latino) deben recibir el mismo tratamiento ortográfico que las provenientes de cualquier otra lengua.
Por lo tanto, deben escribirse, de acuerdo con su carácter de expresiones foráneas, en cursiva (o entre comillas) y sin acentos gráficos, ya que estos no existen en la escritura latina: ej. Así fue, grosso modo, como acabó aquel asunto; Decidieron aplazar sine die las negociaciones; El examen post mortem reveló indicios de envenenamiento. (Depto. de Lingüística, ILL)
Yadiana Castillo Sánchez preguntó:
Entre las principales novedades que propone la última edición de la Ortografía de la lengua española (RAE y ASALE, 2010) están: -Exclusión de los dígrafos ch y ll del abecedario. Se excluyen definitivamente del abecedario los signos ch y ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema. El abecedario del español queda así reducido a las veintisiete letras. La eliminación de los dígrafos ch y ll del inventario de letras del abecedario no supone, en modo alguno, que desaparezcan del sistema gráfico del español. Estos signos dobles seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las palabras españolas: el dígrafo ch en representación del fonema /ch/ (chico [chíko]) y el dígrafo ll en representación del fonema /ll/ o, para hablantes yeístas, del fonema /y/ (calle [kálle], [káye]). La novedad consiste, simplemente, en que dejan de contarse entre las letras del abecedario. -Propuesta de un solo nombre para cada una de las letras del abecedario. Algunas de las letras tienen varios nombres con tradición y vigencia en diferentes zonas del ámbito hispánico. La nueva edición de la ortografía, sin ánimo de interferir en la libertad de cada hablante o país de seguir utilizando el nombre al que esté habituado, pretende promover hacia el futuro un proceso de convergencia en la manera de referirse a las letras del abecedario, razón por la que recomienda, para cada una de ellas, una denominación única común. La recomendación de utilizar un solo nombre para cada letra no implica, en modo alguno, que se consideren incorrectas las variantes denominativas con vigencia en el uso que presentan algunas de ellas, y que a continuación se comentan: a. La letra v tiene dos nombres: uve y ve. El hecho de que el nombre uve se distinga sin necesidad de añadidos del nombre de la letra b justifica su elección como la denominación recomendada para la v en todo el ámbito hispánico. b. La letra b se denomina simplemente be entre aquellos hispanohablantes que utilizan el nombre uve para la letra v. En cambio, quienes llaman ve (corta, chica, chiquita, pequeña o baja) a la v utilizan habitualmente para la b las denominaciones complejas be larga, be grande o be alta, añadiendo en cada caso el adjetivo opuesto al que emplean para referirse a la v. c. La letra w presenta también varios nombres: uve doble, ve doble, doble uve, doble ve y doble u (este último, calco del inglés double u). Se da preferencia a la denominación uve doble por ser uve el nombre común recomendado para la letra v y ser más natural en español la colocación pospuesta de los adjetivos. d. La letra y se denomina i griega o ye. El nombre i griega, heredado del latino, es la denominación tradicional y más extendida de esta letra, refleja su origen y empleo inicial en préstamos del griego. El nombre ye se creó en la segunda mitad del siglo XIX por aplicación del patrón denominativo que siguen la mayoría de las consonantes, que consiste en añadir la vocal e a la letra correspondiente (be, ce, de, etc.). La elección de ye como nombre recomendado para esta letra se justifica por su simplicidad, ya que se diferencia, sin necesidad de especificadores, del nombre de la letra i. e. La letra i, cuyo nombre es i, recibe también la denominación de i latina para distinguirla de la letra y cuando para esta última se emplea la denominación tradicional de i griega. A diferencia de las variantes denominativas que se acaban de exponer, todas ellas válidas, no se consideran hoy aceptables los nombres alternativos que han recibido algunas otras letras en el pasado; así, se aconseja desechar definitivamente el nombre ere para la r, así como las formas ceta, ceda y zeda para la z. Los únicos nombres válidos hoy para estas letras son, respectivamente, erre y zeta. -Sustitución, por grafías propias del español, de la q etimológica con valor fónico independiente en aquellos extranjerismos y latinismos plenamente adaptados al español (quorum > cuórum). En el sistema ortográfico del español, la letra q solo tiene uso como elemento integrante del dígrafo qu para representar el fonema /k/ ante las vocales e, i (queso [késo], quién [kién]). Este mismo fonema se representa, en el resto de las posiciones, con la letra c (canguro [kangúro], corto [kórto], cuenta [kuénta], acné [akné], tictac [tikták]), aunque en préstamos de otras lenguas también puede aparecer representado por la letra k en cualquier posición (karaoke [karaóke], kilo [kílo], koala [koála], kurdo [kúrdo], búnker [búnker], anorak [anorák]). Es, por lo tanto, ajeno a la ortografía del español el empleo de la letra q como grafema independiente, con valor fónico autónomo. Por ello, los préstamos de otras lenguas, sean latinismos o extranjerismos, cuya grafía etimológica incluya una q que por sí sola represente el fonema /k/, si se adaptan al español, deben sustituir esa q por las grafías propias de la ortografía española para representar dicho fonema. En aplicación de esta norma, voces inglesas como quark o quasar, o latinas como quorum o exequatur, deben escribirse en español cuark, cuásar, cuórum y execuátur. En caso de mantener las grafías etimológicas con q, estas voces han de considerarse extranjerismos o latinismos crudos (no adaptados) y escribirse, por ello, en cursiva y sin tilde. Aunque en el ámbito de los nombres propios (antropónimos y topónimos) es frecuente el uso de grafías originarias no adaptadas o —si los nombres provienen de lenguas que emplean otro alfabeto u otro sistema de escritura, como el árabe, el hebreo o el chino— de transliteraciones de las grafías originarias al alfabeto latino, sin adaptaciones ulteriores, en el caso de los topónimos mayores, como son los nombres de países, es conveniente usar grafías plenamente adaptadas a la ortografía del español. Por ello, aplicando la misma norma que para los nombres comunes, se recomienda emplear con preferencia las grafías Catar e Irak para los nombres de esos dos países árabes, mejor que Qatar e Iraq, transcripciones de los originales árabes que presentan un uso de la q ajeno al sistema ortográfico del español. -Eliminación de la tilde en palabras monosilábicas con diptongos o triptongos ortográficos: guion, truhan, fie, liais, etc. -Eliminación de la tilde diacrítica en el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad. -Supresión de la tilde diacrítica en la conjunción disyuntiva o escrita entre cifras. -Normas sobre la escritura de los prefijos. Los prefijos son elementos afijos, carentes de autonomía, que se anteponen a una base léxica (una palabra o, a veces, una expresión pluriverbal) a la que aportan diversos valores semánticos. Se escriben siempre soldados a la base a la que afectan cuando está constituida por una sola palabra: antiadherente, antirrobo, antitabaco, cuasiautomático, cuasidelito, exalcohólico, exjefe, exministro, exnovio, expresidente, posmoderno, posventa, precontrato, prepago, proamnistía, probritánico, provida, superaburrido, superbién, supermodelo, vicealcalde, vicesecretario, etc. En este caso, no se consideran correctas las grafías en las que el prefijo aparece unido con guion a la palabra base. Si se forma una palabra anteponiendo a la base varios prefijos, estos deben escribirse igualmente soldados, sin guion intermedio: antiposmodernista, requetesuperguapo. Se unen con guion a la palabra base cuando esta comienza por mayúscula, de ahí que se emplee este signo de enlace cuando el prefijo se antepone a una sigla o a un nombre propio univerbal: anti-ALCA, mini-USB, pos-Gorbachov. También es necesario emplear el guion cuando la base es un número, con el fin de separar la secuencia de letras de la de cifras: sub-21, super-8. Se escriben necesariamente separados de la base a la que afectan cuando está constituida por varias palabras. Hay determinados prefijos, como ex-, anti- o pro-, que son especialmente proclives, por su significado, a unirse a bases de este tipo, ya se trate de locuciones o de grupos sintácticos, característica por la cual la gramática ha acuñado para ellos la denominación de prefijos separables: ex relaciones públicas, anti pena de muerte, pro derechos humanos. Las normas aquí expuestas rigen para todos los prefijos, incluido ex-. Para este prefijo se venía prescribiendo hasta ahora la escritura separada —con independencia de la naturaleza simple o compleja de su base— cuando, con el sentido de «que fue y ya no es», se antepone a sustantivos que denotan ocupaciones, cargos, relaciones o parentescos alterables y otro tipo de situaciones circunstanciales de las personas. -Equiparación en el tratamiento ortográfico de extranjerismos y latinismos, incluidas las locuciones. En la nueva ortografía se da cuenta de las normas que deben seguirse cuando se emplean en textos españoles palabras o expresiones pertenecientes a otras lenguas, siendo la principal novedad en este sentido la equiparación en el tratamiento ortográfico de todos los préstamos (voces o expresiones de otras lenguas que se incorporan al caudal léxico del español), con independencia de que procedan de lenguas vivas extranjeras (extranjerismos) o se trate de voces o expresiones latinas (latinismos). De acuerdo con estas normas, los extranjerismos y latinismos crudos o no adaptados —aquellos que se utilizan con su grafía y pronunciación originarias y presentan rasgos gráfico-fonológicos ajenos a la ortografía del español— deben escribirse en los textos españoles con algún tipo de marca gráfica que indique su carácter foráneo, preferentemente en letra cursiva, o bien entre comillas. En cambio, los extranjerismos y latinismos adaptados —aquellos que no presentan problemas de adecuación a la ortografía española o que han modificado su grafía o su pronunciación originarias para adecuarse a las convenciones gráfico-fonológicas de nuestra lengua— se escriben sin ningún tipo de resalte y se someten a las reglas de acentuación gráfica del español: ej. Me encanta el ballet clásico / Me encanta el balé clásico. Por su parte, las locuciones o dichos en otras lenguas que se utilicen en textos españoles deben escribirse igualmente en cursiva —o, en su defecto, entre comillas— para señalar su carácter foráneo, su consideración de incrustaciones de otros idiomas en nuestra lengua: ej. «Su bien ganada fama de femme fatale le abría todas las puertas»; «La tensión fue in crescendo hasta que, finalmente, estalló el conflicto». Según se establece en la nueva edición de la ortografía, las locuciones latinas (expresiones pluriverbales fijas en latín que se utilizan en todas las lenguas de cultura occidentales, incluido el español, con un sentido más o menos cercano al significado literal latino) deben recibir el mismo tratamiento ortográfico que las provenientes de cualquier otra lengua. Por lo tanto, deben escribirse, de acuerdo con su carácter de expresiones foráneas, en cursiva (o entre comillas) y sin acentos gráficos, ya que estos no existen en la escritura latina: ej. «Así fue, grosso modo, como acabó aquel asunto»; «Decidieron aplazar sine die las negociaciones»; «El examen postmortem reveló indicios de envenenamiento». (Depto. de Lingüística, ILL)
ariel preguntó:
El Diccionario panhispánico de dudas (RAE, 2005) sobre la partícula uno -na señala que puede ser un indefinido o un numeral cardinal. 1. El indefinido un(o), una (pl. unos, unas) puede funcionar como adjetivo, caso en que se denomina tradicionalmente artículo indeterminado o indefinido: Me ha mordido un perro; o como pronombre: Una de tus amigas me llamó ayer. Como adjetivo, toma la forma un ante sustantivos masculinos, los preceda inmediatamente o no: un árbol, un gran árbol. La forma femenina una se apocopa normalmente en un ante sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica: un águila, un hacha (aunque no se considera incorrecto, hoy es infrecuente en estos casos el uso de la forma plena una: una águila, una hacha); pero si entre el indefinido y el sustantivo se interpone otra palabra, ya no se produce la apócope: una majestuosa águila, una afilada hacha. También cuando el adjetivo va pospuesto debe concordar en femenino con el sustantivo: un águila majestuosa, un hacha afilada (y no un águila majestuoso, un hacha afilado). 1.1. Deben evitarse usos superfluos del indefinido debidos al influjo del inglés, como su presencia ante atributos que denotan profesiones: —¿A qué te dedicas? —Soy un actor (del ingl. I am an actor, en lugar de Soy actor). 1.2. El pronombre indefinido uno puede usarse con referencia al yo que habla. Lo normal en ese caso es establecer la concordancia de género en función del sexo de la persona que habla: «Una ya no está para esos trotes» (RGodoy Mujer [Esp. 1990]). Pero si la mujer que habla no hace alusión directa a sí misma, sino que habla en términos generales, podrá usar el indefinido uno, aludiendo al ser humano en general; así, podría ponerse en boca de una mujer una frase como En este mundo en que vivimos, uno ya no sabe a qué atenerse. El pronombre tónico reflexivo correspondiente es sí (sí, 3): «Es fácil si uno está seguro de sí mismo» (Pombo Metro [Esp. 1990]); «Pero uno, a pesar de sí mismo, insiste en hablar con frases cada vez más pretenciosas» (Donoso Elefantes [Chile 1995]). 1.3. El pronombre indefinido uno actúa como elemento reflexivo en oraciones impersonales: «Para triunfar, pensó, hay que ser un poco ajeno a uno mismo» (Millás Desorden [Esp. 1988]); «Convencerse de que morir no es después de todo tan jodido si se muere bien, si se muere sin recelos contra uno mismo» (Benedetti Primavera [Ur. 1982]). En este tipo de oraciones resulta preferible no emplear el pronombre reflexivo sí, ya que este requiere un referente específico 1.4. (el) uno con (el) otro, (la) una a (la) otra, etc. 1.5. uno de los que + verbo. 2. Numeral cardinal que ocupa el primer lugar de su serie. Puede ser adjetivo o pronombre, con variación de género, pero no de número: En la finca había solamente un pozo; De las manzanas del árbol, ya no queda ni una. Para designar el número correspondiente, la forma uno funciona como sustantivo masculino (solo o en aposición a número) y, en ese caso, sí tiene plural: el (número) uno; El once se escribe con dos unos. 2.1. Cuando el numeral uno se antepone a un sustantivo masculino, se apocopa en la forma un: No quedó ni un soldado vivo. Ante sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica, el femenino una suele hoy apocoparse: Se repartió un arma a cada hombre (aunque no se considera incorrecto, hoy es infrecuente en estos casos el uso de la forma plena una). Estas mismas leyes de la apócope rigen cuando el numeral uno, una es componente de otros adjetivos numerales, escritos en una o en varias palabras: Tengo veintiún años; Hasta ahora ha escrito treinta y una novelas; Ha reunido una colección de cuarenta y un(a) hachas. Es incorrecta la apócope de uno y sus compuestos cuando no van antepuestos a un sustantivo; así, no debe decirse el treinta y un por ciento, sino el treinta y uno por ciento. 2.2. Los numerales uno, una y sus compuestos concuerdan en género con el sustantivo al que determinan cuando lo preceden inmediatamente: treinta y un kilos, veintiuna toneladas (no veintiún toneladas). Sin embargo, cuando entre el numeral y un sustantivo femenino se interpone la palabra mil, la concordancia de género es opcional: «Eran treinta y un mil hectáreas» (Cámara de Senadores [Méx., corpus oral] 16.4.98); «Costaría unas cuarenta y una mil pesetas» (Cadena SER [Esp., corpus oral] 2.11.96). La concordancia en femenino se está imponiendo en la lengua actual, por analogía con la que obligatoriamente establecen los numerales referidos a centenas: setecientas mil toneladas (no setecientos mil toneladas). (Depto de Lingüística, ILL)
Sonia López preguntó:
Según la Ortografía de la lengua española (2010, p.336), los numerales cardinales del uno al treinta se escriben con una sola palabra: dieciséis, veintidós, veintiocho; pero los demás no: treinta y tres, cincuenta y nueve, setenta y cinco, mil ochocientos sesenta y dos.
Se prescribe también que los cardinales de cero a quince, todas las decenas (veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, etc.), cien(to), quinientos y mil son palabras simples. Por lo tanto se escribe: mil ciento cuarenta y tres (1143), mil seiscientos ochenta y siete (1687). (Depto. Lingüística, ILL)