«Los cubanos nacimos informales», me dijo hace poco un amigo, malhumorado por la falta de palabra de un albañil que se comprometió a terminarle un trabajo en el baño de su casa. «Me ha dejado tres veces con la mezcla hecha —se lamenta—, y cuando le reclamo siempre me viene con una historia: que si un hijo se enfermó, que si la cola del pollo, que si se le rompió la bicicleta. Vaya, ¡un tía Tata cuentacuentos!».
Importantes disyuntivas enfrenta la Cuba de hoy, ese espacio vital donde transcurren nuestras vidas y lugar en el que miles de jóvenes hemos fijado nuestros proyectos de realización personal, a sabiendas de que hacerlo implica sacrificios y capacidad para sortear obstáculos con creatividad y sin perder el entusiasmo propio de estas edades.
Si pensáramos que una uniformidad de criterios sobre ruptura, desamor y desinterés patrio se cierne hoy como estrategia de cambio dentro de nuestra juventud, estaríamos alejados de otra realidad latente que emerge del sentir más puro y unitario en torno a la defensa de nuestro proyecto social.
Al hablar de la juventud hay que referirse inevitablemente a la capacidad creativa que nos distingue. «Cuando se es joven se crea», dijo el Apóstol. Hablar de la juventud cubana es hablar de la capacidad para fundar, para creer y hacer realidad lo que parecía imposible. A 60 años de la creación de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), en medio de escenarios muy complejos desde el punto de vista político, social y económico, crear sigue siendo la tarea más importante que tenemos las juventudes cubanas de hoy.
Si algo he extrañado en la magnífica serie Calendario cada domingo, es un mayor reflejo de la vida pioneril en esa secundaria, donde una maestra como Amalia en el rol de guía de escuela sería un puntal fabuloso para la organización.
La empresa estatal socialista, desde hace rato, anda pidiendo que la quieran. Parafraseando al maestro Juan Formell y su orquesta los Van Van cuando en 1986 cantaba inspirado en La Habana, las entidades económicas del Estado primero estaban que no aguantaban más con las trabas a cuestas y los excesos de control, para ahora llegar a solicitar, casi implorar, que les den cariño y las cuiden.
El refrán «Para gustos están los colores», atrapa un concepto que se puede aplicar en disímiles esferas de la vida, asumido desde ese ángulo de las posibilidades para escoger, más allá del deseo, a lo que puedo llegarle realmente.
Resolver la disyuntiva de si es el cascabel o el gato el obstáculo para materializar los Proyectos de Desarrollo Local (PDL) en Isla de la Juventud es una asignatura pendiente, a pesar de los esfuerzos del Gobierno local, la Universidad, las organizaciones políticas y de masas y todos los ciudadanos interesados en avanzar en ese sentido.
Entre polémicas públicas y reflexiones muy íntimas, entre el sí y el no o la duda y la adicción, y entre lo que debe ser, es o será, el proyecto del Código de las Familias se mueve desde hace varias semanas por la vida de cubanas y cubanos.
Llevado a consulta popular, como debe ser, e...
Julio nunca imaginó que una tarde, en la sala de su casa, podía sentarse un oficial de Atención a menores para hacerle saber que, de manera constante, supervisaban su conducta con relación a su hijo, quien se ausentaba de clases muchas veces «porque me quedé ayudando a mi papá en la carpintería».