Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Otra vez sin podio

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

Poco se jugaba Cuba este lunes frente a Taipéi de China en el partido del adiós para los antillanos en el Premier 12. Sin opciones de avanzar a la discusión de medallas y con las motivaciones hechas añicos desde la cerrada derrota ante Japón, los nuestros salieron a la grama del majestuoso Taipéi Dome idénticos en nombres, sin cambios, y finalmente los locales conquistaron su cuarto éxito del torneo: dos anotaciones por cero.

En blanco se fue casi toda la alineación cubana, en lo que puede catalogarse como una muy pobre actuación. Apenas cuatro indiscutibles dieron los dirigidos por Armando «Mandy» Johnson, repartidos entre Roel Santos, Ariel Martínez, Erisbel Arruebarruena y el receptor Andrys Pérez.

Un saldo positivo en este partido hubiese evitado caer estrepitosamente hasta el fondo de la tabla del grupo B y, por si fuera poco, a ubicarnos en uno de los peores puestos en la historia del béisbol cubano dentro de eventos internacionales: lugar 11, penúltimos entre todas las selecciones que intervinieron en el Premier 12.

En cada partido quedaron vivas carencias evidentes dentro del terreno, incluso, en aquellos donde se vio una versión mejorada del conjunto. El pensamiento táctico, los errores en momentos claves y las reiteradas decisiones cuestionables de la dirección técnica dieron al traste con el resultado.

¿Quién puede negar el talento, hombre por hombre, de la selección antillana? Soy de los convencidos de que este equipo tenía las herramientas para ser semifinalista del Premier 12. Y no lo digo solo por el profesionalismo de varios jugadores, algunos probados al máximo nivel de Grandes Ligas, sino también porque en nómina muy pocos conjuntos superaban al nuestro.

Estos son los mismos peloteros que ocupan puestos de responsabilidad dentro de sus ligas, que ya fueron capaces de ubicarse entre los cuatro grandes del Clásico Mundial pasado y, ahora, han sido los únicos que pudieron disputarle un partido, de poder a poder, a los samuráis japoneses.

El problema radica en cómo explotar bien el talento cuando se reúne bajo las cuatro letras. El béisbol moderno es de pequeños detalles, de mucha organización y estudio. Cada partido requiere prepararlo de forma milimétrica, al dedillo.

En las vallas contrarias, por lo general, vimos siempre a los decisores manejar las estadísticas, con papel en mano, e indicando a sus jugadores las debilidades del contrario. En cambio, en el banco opuesto, nosotros parecemos haber quedado atrás hace bastante tiempo.

Con la pelota sucede lo mismo que en otros deportes dentro del país que están abiertos a las contrataciones. Y es que los contratos de los jugadores en el exterior deben ir compensados también, en la medida de lo posible, con la superación de entrenadores y técnicos en otros escenarios.

Decir que nuestra pelota necesita profundos cambios, desde todo punto de vista, es volver a caer en la misma ruleta de criterios de los últimos años. Eso sí, duele escribir y reconocer hasta dónde ha caído nuestro pasatiempo nacional, aunque no sorprenda a casi nadie las debacles.

Ahora es momento de hacer con urgencias, de transformar con prontitud, si queremos recuperar los puestos cimeros que antaño ostentábamos sobre los terrenos de pelota de todo el mundo. Cambiar es una palabra revolucionaria, imprescindible en el béisbol cubano, para no seguir diagnosticando el mismo enfermo crónico cada vez que concluye un evento internacional.

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