Si como canta Selena en su afamada versión de La Bamba, «para subir al cielo se necesita una escalera grande y una chiquita », la letra sería inadaptable para la transportación privada de pasajeros en muchos lugares del país, como acabo de corroborar hacia Pinar del Río.
No es simple rito celebrativo el regreso anual de una representación de los cubanos a la esquina histórica de 23 y 12, en La Habana, cada 16 de abril.
Formar una familia debe ser una decisión pensada y deseada, aunque sean muchos los casos de finales felices en los que el embarazo llegó «de sorpresa». Ya sea por las implicaciones sociales, económicas, sicológicas que conlleva traer una nueva vida al mundo, como las que inciden directamente en la salud de la futura mamá, este proceso necesita ser planificado, pues no todas las etapas de la vida son propicias para ello, más cuando se trata de la adolescencia.
Cuando uno escucha que ahora se va en camino de estabilizar la producción acuícola, instintivamente la memoria lo martilla con «otra vez desandando el mismo camino». Sí, pero bienvenido sea el nuevo apogeo.
De la explanada de La Piragüa, en el malecón capitalino, voy hasta el motel Vista Hermosa, en Bahía Honda, y llevo conmigo aquella frase convertida en etiqueta para las redes sociales en julio de 2021, con la invitación de que a «Cuba, a la Patria, a la paz, a la soberanía, a la unidad, ¡ponle corazón»
El auditorio fue sorprendido cuando se habló de la existencia de jóvenes desempleados en Caibarién, mientras la revelación originó de inmediato un ¿cómo es posible? de resonancia sideral, que saltó cristalino al ruedo en ojos que parecían desorbitar en gesto de asombro numeroso.
Al cumplirse tres años de aprobado el texto constitucional de 2019, su materialización y desarrollo ha ocupado en el último período el tema central de la vorágine político-jurídica de Cuba, por haber sido en primer lugar,un ejercicio democrático que movilizó de forma activa a todos los sectores de la sociedad.
Allí estaban, como casi siempre, con el sol todavía alto al final de la tarde. Impasibles ante los resplandores y el calor. Bulliciosos, inquietos, gritones, sudados hasta los tuétanos y llenos de polvo, con los zapatos medio rajados y pensando en el juego o la maldad de turno. En otras palabras: andaban mataperreando.
¿Que dónde están los inspectores encargados de proteger al consumidor? Bueno, acá en la geografía villaclareña han andado, y andan, enfrentando los desmanes en la red gastronómica y comercial, que desde hace rato resultan tantas que ni a la velocidad de un rayo les llegan a todas.
Quizá en raras ocasiones se haya sentido identificado mirando la televisión, pero es imposible quedar indiferente ante una serie como Calendario. En esos 50 minutos seguro encontró un rasguño (o varios) de su vida.