Cuando uno escucha que ahora se va en camino de estabilizar la producción acuícola, instintivamente la memoria lo martilla con «otra vez desandando el mismo camino». Sí, pero bienvenido sea el nuevo apogeo.
Verdad verdadera que este importante rubro para la alimentación se ha movido al estilo de un cachumbambé: ahora arriba, mañana en el medio y pasado tocando fondo, entre otras causas, por deficiencias propias, y el lazo corredizo del bloqueo sobre el cuello de la Isla.
Ahora estamos en un momento de baja, bajísima, producción acuícola, tras sus mejores años de abundante oferta en los mercados, sin que tampoco se esté en cero, porque ha sido esa rama un caballo de batalla en los momentos difíciles.
Claro, el empeño de levantar el jamo cada vez más lleno de (tenca, carpa amura…), tilapias y clarias, requiere de inversiones para reparar o ampliar la infraestructura y el tiempo necesario para multiplicar los peces.
En Villa Clara, por ejemplo, la principal limitación está en los alevines, pues a pesar de contar con un potencial hídrico para sembrar más de 30 millones de peces existe un déficit apreciable de estos.
Entonces, este segundo aire, digo, uno más, empieza por fomentar paulatinamente la existencia de alevines para reproductoras y cultivo intensivo, aspectos en los que hay una gran experiencia.
Este nuevo apogeo, bienvenido sea, tiene el objetivo de lograr proteínas en el plazo más breve posible, bajo la premisa de rescatar la cultura acuícola, expandir las experiencias positivas que hay en el país en materia de aplicación de extensores y de vincularse a los centros científicos que puedan aportar soluciones.
En la concreta, acá en la estación Acuacán, aledaña a la presa Minerva de la Empresa de la Acuicultura Pescavilla, el crecimiento previsto incluye la ejecución de nuevo estanques para la cría, una planta de tratamiento a los subproductos cárnicos para garantizar parte de la base de alimentación, piscinas circulares y la creación de un centro de beneficio del pescado, a cargo de un proyecto de desarrollo local.
Lo comprendo. A usted lo que más le interesa es saber cuándo llega ese resultado al mercado. Bueno, con suerte y con bregar eficiente, se verá a finales de este año, lo que, para nuestro rebosante optimismo, es ahorita mismo.
Tampoco los voy a apabullar con datos y más datos sobre los ciprínidos, pero estos abarcan, en mayor o menor medida, toda la red productiva de Pescavilla, incluidos los centros de elaboración.
Este nuevo apogeo va en desarrollo en circunstancias económicas complejas, pero se mueve, al galope o a paso de jicotea, en busca del horizonte. Lo peor es la inercia, el desaliento, el cruzarse de brazos, que sería el acabose. ¡Solavaya!