A la finca La Anita, en el poblado espirituano de Guasimal, arribaron en junio de 1915 cerca de un centenar de hijos de las más ilustres familias de la sociedad yayabera de la época. Escasos carros, junto a carretones llegados desde la villa, se cobijaron bajo la sombra de la frondosa arboleda que ofrecía la bienvenida en la casona de Don Juan Ordaz, un reconocido hacendado de la localidad.
Acordarse de Santa Bárbara cuando truena es un mal hábito que la sabiduría popular ha referenciado en un viejo dicho que remite a esa manía de atender siempre a lo que más apremia, aunque muchos asuntos urgentes y necesarios merezcan nuestro concurso.
La primera vez que la vi llevaba puesto un sombrero para protegerse del fuerte sol que caía sobre la tribuna. Pero sus labios, finamente pintados, y su blusa sencilla delataban a una mujer esplendorosa, que a pesar de la edad y las horas de pie se mantenía firme y risueña, con una mística que irradiaba a todos.
¿A quién le teme Japón? Unos dicen que a Rusia, otros que a China, y algunos afirman que solo quiere estar a la altura de la sutil carrera armamentista que se está dando en la región del Asia-Pacífico. Sin embargo, el asunto parece estar sustentado por un móvil económico.
Cuentan que los vecinos de cierto caserío intrincado necesitaban un camino transitable para la colectividad y por eso se encomendaron repetidamente a «instancias superiores». Así, unos años después, quedó aprobada la construcción de un terraplén.
Tal vez fuese la primera vez que Tony Ávila mostraba su guitarra en un santuario. Allí, en la Basílica Nacional del Sagrado Corazón, en Bruselas, el trovador cardenense repartía su arte a la muchedumbre: en el mundo de los menos/ cabe el mundo de los más/ pero los menos no quieren/ que los más tengan lugar…
Llegan las vacaciones. Los niños están en la casa con un apetito descomunal. Según sus posibilidades, los padres tienen distintas opciones. Algunos se disponen a compartir el tiempo con los más pequeños. Quienes tienen computadora, los dejan en libertad de entregarse a juegos que pueden convertirse en adicción. Muchos abren las puertas para que puedan retozar en el barrio con otros chiquillos.
Un personaje exquisitamente delineado le ha nacido por estos tiempos a nuestro universo humorístico: Ruperto, quien le ha subido la sazón al programa televisivo Vivir del cuento. Él: que camina un paso hacia delante y unos cuantos hacia atrás; que afirma haber tenido las mujeres «a pululu» (de pulular); que anclado a costumbres de otra época por un coma, un letargo que lo mantuvo al margen de todo durante 25 años, compara para sonrisa y hasta carcajada nuestras los precios de su época y los de ahora.
Conmueve y emociona ver regresar a quienes ponen en riesgo su propia vida para salvar las de otros y toman decisiones a las que por lo común nunca nos atreveríamos. Entonces estremece verlos llorar desconsoladamente, al recordar esas duras horas y cerrar y abrir los ojos porque volvieron salvos, y otra vez están en casa.
Rihanna en La Habana Vieja figurando para Vanity Fair; varios artistas de la plástica adornando las calles con su obra. Y decenas de deportistas, científicos, académicos... seguramente piensan saltar el charco y visitarnos. Norteamericanos y norteamericanas de todas las profesiones y tendencias se dan codazos por venir a Cuba, y nuestros medios apenas alcanzan para cubrir todo el intercambio, el súbito brote de mutuo interés que solo ahora puede ponerse de manifiesto. Porque la bilateralidad también se está cumpliendo, y por centenares se cuentan los cubanos que visitamos Estados Unidos en los últimos días, y allá nos han sometido a interrogatorio sobre las playas, la gente, el mojito, las comunicaciones, el calor, la aduana, los lugares imprescindibles…