Comentan algunos que los hijos de esta pequeña Isla nos consideramos el ombligo del mundo, aunque nunca se nos haya ocurrido atribuirnos un destino mesiánico. Al margen de cualquier manifestación de megalomanía, es justo reconocer que, por múltiples razones, nos ha tocado desempeñar un papel que desborda nuestra modesta dimensión, por lo cual hemos sido carnada apetitosa para las grandes y pequeñas potencias.
Lo busco y aparecen algunos rayos que burlan la ventana y llegan hasta él, sentado frente a la mesa donde las ideas nunca duermen. Detrás, una foto suya tomada por Liborio Noval en esa misma habitación, cuando un joven vino a hacerle preguntas sobre sus años como dirigente estudiantil y guerrillero en la Sierra Maestra.
Uno de los juicios de mayor trascendencia histórica y significación política fue el del Moncada, que legó al proceso revolucionario cubano un programa de lucha comprometido y consecuente, antiimperialista y abanderado con las ideas de Martí de igualdad y justicia social. Un programa que no podía ser otro que el alegato de autodefensa que Fidel Castro expusiera y que se conoce como La Historia me Absolverá.
Le zumba que uno se acueste a las tres de la madrugada y a las seis de la mañana te tire de la cama el teléfono. ¡Ring, ring, ring! En ese momento te viras para el otro lado y tratas de no hacerle caso; sabes que no es una mala noticia de alguien allegado, porque lo más expedito es un SMS o una «perdida» al móvil que llevas todo el tiempo contigo. Te pones entonces la sábana en las orejas y colocas la cabeza debajo de la almohada, y aun así sientes que sigue «inmejorable» el equipito.
Un estudio realizado este año por la herramienta Google Ad Planner a las mil web más grandes del mundo informó que el 90 por ciento de lo escrito en las redes sociales presenta errores de sintaxis y que el 57 por ciento de sus usuarios hablan más por la Red que en la vida real. Dichas cifras indican el mal uso del idioma en estas plataformas tecnológicas y su impacto en la sociedad.
«Hace cuatro años fundamos algo hermoso, ingenuo y rebelde», me despierta el texto de un SMS lejano. Y yo, que andaba debatiéndome aún entre escribir o no, entre sentir o no, entre recordar o no, decido que lo haré, que hay que rememorar el cuarto cumpleaños del Consejo de Jóvenes Plaza Martiana de la Sociedad Cultural José Martí (organización que llega a sus dos décadas el próximo 20 de octubre). Porque ese llamado desde lejos es la señal de que no hay conexión que pueda más que los afectos.
Cuando a uno le nace la idea y comienza a darle vueltas en la mente la cuartilla en blanco, cualquiera desearía tener esa hambre ciega por la escritura que se le ha vuelto una necesidad a la afectuosa Teté, la emprendedora cincuentona de la novela cubana de turno que, dejando a un lado los comentarios y el qué dirán de una «viejuca escritora», hala todos los martes, jueves y sábado por su libreta y su lápiz y, como Pijirigua, acaba burlándose a la antigua de quienes ya no sabemos hilvanar un párrafo si no es a base de teclazos.
Quizá sea por razones de diseño gráfico. Llama la atención que algunas publicaciones universitarias muestran la escultura que preside la escalinata de la Universidad habanera de perfil. A mi entender, los criterios de diseño deben subordinarse a un concepto. Hay imágenes simbólicas intocables. El cuerpo mestizo que nos invita a acceder a la columnata clásica del rectorado, no compite en valor artístico con el Moisés de Miguel Ángel. Tiene, sin embargo, un relieve urbano, histórico y cultural, síntesis de una herencia y ámbito abierto al debate necesario, que no podemos descartar.
En la carrera sobre la grama jabonosa, el pie se viró de súbito. De modo que el cuerpo no pudo mantener el equilibrio y empujó con crueldad el tobillo contra el suelo, hasta hacerlo crujir con un «traccc» horrible, anunciador del trauma óseo.
Pasó mucho tiempo para que entendiera al Che. A estas alturas me pregunto si algún día tendré su valor. A su altura comprendo entonces el verdadero significado de altruismo.