Poco antes de morir, ese filósofo del cambio tecnológico que fue Neil Postman dictó una conferencia en la que lanzaba cinco advertencias en torno al día a día de los seres humanos de estos tiempos, en su relación con las nuevas tecnologías. Y en alguna parte, apuntaba:
Me ha rogado que salude los 50 años de JR Ricardo Ronquillo, un clarividente incansable que prestigia a este diario con su irreductible sueño de un periódico mejor y más comprometido con Cuba, desde la cercanía al ciudadano.
El Movimiento de Corresponsales Voluntarios de JR, allá por los finales de la década de los 60 y principios de los 70, me abrió las puertas del periodismo, como a otros colegas, en una época en que quedarse fuera de la noticia del día o dejar que se esfumara la buena, podía significar algo así como el fin de los sueños.
Aunque si comparamos inscripciones de nacimiento somos casi los mayorcitos dentro de los periódicos que circulan hoy en Cuba (solo salvados por la diferencia de días que nos separan de la fundación del diario Granma), a nadie le quedan dudas de que Juventud Rebelde es el periódico más joven, aun cuando esté soplando hoy sus 50 primeras velitas. Su carácter de eterno joven revolucionario está probado.
América Latina —o por lo menos algunos de sus gobiernos— se ha puesto en contra de la corriente dominante desde hace décadas en el plano internacional. Después de sufrir duramente los efectos de esa corriente, algunos gobiernos se han rebelado en contra de ella y empezado a poner en práctica políticas que contradicen frontalmente la onda neoliberal.
Cuando mi padre me llevó a conocer la imprenta, no imaginé que causaría tanta fascinación en mí la letra impresa. Entonces, los linotipos, las guillotinas y las montañas de papel no eran más que obstáculos infranqueables en mis carreras felices por los pasillos de su centro laboral.
En 42 años de vida en JR me formé como esposa, madre, universitaria, periodista, dirigente sindical y del Partido, y revolucionaria. Me esforcé en cumplir la parte que me tocaba en la responsabilidad que, aquel 21 de octubre de 1965, Fidel nos encomendara confeccionar un periódico diario de interés para todos, especialmente para la juventud y ser el único vespertino en la capital.
Nos gustaba decir que el periódico tenía alma. Y lo creíamos. Solo una creencia así te saca de la calle o de la casa y te pone a vivir en una redacción, a la edad en que otros protagonizan la vida que uno se conforma con narrar.
Vencida de antemano por el destino, Medea desafía a los dioses desde el pórtico marmóreo del edificio Poey de la Universidad de La Habana. Es una función de Teatro Universitario, decisivo en la refundación de la escena nacional iniciada en los años 40 del pasado siglo. Entre sus animadores se contaron el austríaco Ludwig Schajowiczy y el profesor Luis A. Baralt. El tiroteo que se produjo en el cercano Estadio cuando Carpentier trabajaba como sonidista le sugirió el punto de partida para su novela El Acoso.
La guerra es la dolencia más peligrosa contra la cual la especie humana no ha encontrado antídotos. Estamos siendo testigos de la muerte incesante de personas a manos de otras. Y en lo profundo de esa realidad prehistórica habita un egoísmo que, como dijera Martí, es el gran mal de este mundo.