Esta es una historia real. Involucra a dos ciudadanos que eligieron ganarse el sustento sudando de verdad. Ellos van como peregrinos, de pueblo en pueblo, desde Guanajay, en Artemisa, hasta los más alejados lugares. Y así devuelven la comodidad a viejos colchones desvencijados que, ya sabemos, son difíciles de reponer, entre otras razones, por lo caro que cuestan los nuevos en las redes comerciales.
Mientras Estados Unidos y la Unión Europea insisten en mantener las sanciones económicas contra Rusia, esta sorprende al mundo nuevamente con un foro económico internacional de ganancias billonarias.
Acababan de celebrar una reunión de las «excelentes», en la que muchos habían hablado sobre los valores, el trabajo hombre a hombre, las conductas justas, el radio de acción y otros términos con posible utilidad práctica.
La memoria infamante de la esclavitud persiste en sus expresiones más crudas y obvias: el cepo, los castigos corporales, las interminables horas de trabajo, la captura de hombres y mujeres en tierras africanas, su traslado en las bodegas de los barcos y, llegados los días de la ilegalización de la trata, la condena a convertirse en carne para tiburones, a fin de escapar a las requisas de los inspectores británicos. A tantos factores que los sometían a la condición de no persona y de simple objeto de compraventa, hay que añadir la marca humillante del calimbaje, similar a la aplicada al ganado vacuno. El tatuaje con hierro candente imborrable señalaba la pertenencia a la dotación de un amo. También imborrable ha sido el color de la piel.
Yo también quise estrechar la mano de aquellos melenudos transgresores cuando, con 11 años, escuché por primera vez I want to hold your hand, y algo se revolvió para siempre en el alma virginal de aquel niño que abría los ojos a una precoz adolescencia.
Algunos imposibles nos desvelan, nos seducen, nos amarran a la cuerda irrefrenable de la locura. Le dan pasión al día a día y consiguen ese ritmo en nuestras respiraciones que solo el amor infinito sabe marcar. Quizá nunca se llegue a domesticarlos, pero solo el intento vale. Porque quien subordina su vida a un imposible de los más imposibles, hace que cada minuto cuente en la batalla inacabable y engrandecedora de adjudicarle un destello de posibilidad.
Las reiteradas y numerosas infracciones en los disímiles servicios a la población, detectadas por los cuerpos de inspectores en Villa Clara, revelan que muchos administradores de establecimientos perdieron, al parecer (¿gracias a un soplo dorado?), el don de ver y la compasión por el prójimo.
Amaury Pérez Vidal anda por su segunda «redada» en la saga de entrevistas a personalidades de la vida cubana, bajo el amoroso título de Con dos que se quieran; un programa que, con sus altas, medias y bajas, ha enriquecido espiritualmente a los telespectadores, entre tanta cursilería y frivolidad que nos rodea en este mundo y en el propio país. Un programa marcado por la inteligencia y la sensibilidad de entrevistador y entrevistados.
Junto a los cubanos de buena ley, adscritos a las más diversas creencias, le doy la bienvenida, porque hablamos el mismo idioma y compartimos una memoria común, porque aspiramos a salvar la especie en un planeta de paz y justicia.
La iglesia católica ha atravesado una historia de dos milenios. Los símbolos y las imágenes que la acompañan han contribuido a configurar una cultura que incluye, en distinto grado, a creyentes y no creyentes, a fari...
Las temperaturas, insoportables, invitan a refrescarse, no solo en julio, agosto, septiembre..., una demostración de que aquello del «eterno verano» no es una fábula de Esopo.