Si de tomarle el pulso a nuestra cotidianidad se trata, los periodistas tenemos en la calle una inagotable fuente de retroalimentación. Es en la bodega, la parada, el mercado o el estanquillo donde suelen revelarse con mayor nitidez las usualmente escurridizas musas de la inspiración. Yo mismo andaba tras un tema para esta columna cuando de pronto, ¡bum!, un vecino, sin proponérselo, me lo proveyó.
¿Cómo se ha mantenido viva una revista durante 98 años? ¿Qué la ha sostenido en pie, bregando contra carencias, tempestades e incomprensiones? ¿Qué la ha unido y qué la ha distanciado de «su razón de ser: la universidad y los estudiantes»?
El 22 de noviembre de 1906 nacía en Filadelfia Antonio Guiteras Holmes. Por vía paterna le llegaba la tradición independentista cubana y por vía materna recibía el legado de otro batallar emancipatorio, el de otra isla, Irlanda, de donde era originaria su madre. Instalado en la patria, se fue involucrando en los problemas del mundo que lo rodeaba.
En el enfrentamiento a la dictadura de Gerardo Macha...
«Menos mal que existen los que no tienen nada que perder», decía Silvio en su canción homenaje Todo el mundo tiene su Moncada, dedicada a la histórica Generación del Centenario. Mientras escuchaba su letra hace apenas unos días no pude evitar traer su esencia poética al presente, ni dejar de pensar en las formas en que hoy nuestro pueblo se reinventa o revoluciona para cumplir cada quien, cual mejor discípulo martiano, su parte del deber.
Muchas calles y hasta callejones de mi querida ciudad de Camagüey, fundada el 2 de febrero de 1514, poseen, entre sus encantos, la gracia particular con que han sido nombrados esos espacios públicos, algunos con un gran arraigo entre los habitantes de la villa principeña.
Viajar por vía aérea desde y hacia Cuba ya es posible. Lo es para los muchos cubanos que quedaron varados en otros países, debido a la pandemia, también para aquellos que llevan meses sin ver a sus familiares o para quienes desean venir a conocer nuestro archipiélago de gente carismática y hermosas playas.
¿Cuántas veces han recuperado una obra, un plan agropecuario, una prestación de servicios, y pasado un tiempo vuelve de nuevo a mostrar un deterioro alucinante? En mayor o menor medida hemos visto y sentido esa realidad, que para bien de todos va camino al punto final porque ¡no aguanta más!
Transitamos todavía por el dramático 2020. Quizá no todos tengan plena conciencia de que las señales indican que estamos viviendo un presente histórico definitorio. En más de un sentido se ha descorrido el velo para mostrar hasta qué punto la Humanidad atraviesa una etapa determinante. El cambio climático se manifiesta como realidad concreta tangible. Deja sentir sus efectos en los territorios más frágiles del planeta, su franja tropical, poblada por quienes padecen en grado sumo los males derivados de la pobreza resultante de una secular opresión económica impuesta por el poder hegemónico dominante.
Si algo común le ha legado la crisis internacional generada por la pandemia de la COVID-19 al mundo, ha sido la certeza —a veces olvidada— de que el conocimiento salva; y, sobre todo, de que los saberes compartidos y que la ciencia, a través de la integración, pueden sortear y vencer los mayores obstáculos.
Si a la clasificación de las enfermedades humanas se le puede hacer un paralelo con algunas económicas, a la comercialización agrícola en Cuba se le diagnosticaría alguna especie de migraña: un tipo recurrente de dolor de cabeza, cuya aspirina definitiva no acaba de aparecer en el «cuadro básico» de soluciones de nuestra actualización económica.