Vamos cerrando el año, y en el paso al advenimiento del venidero, siempre se aconseja un ejercicio espiritual: decidir con qué nos vamos a quedar para dar alimento a nuestra alma.
La implementación de la Tarea Ordenamiento trae en ascuas a la población. Las medidas asociadas a su debut —previsto para el ya inminente 1ro. de enero— generan tanto parabienes como incertidumbres. Y es lógica tal reacción, pues la resistencia al cambio suele ser común a los seres humanos cuando se ven en este tipo de contextos.
De la cafetería nace un aroma dulce, «avainillado», como si dentro cocinaran tentaciones. Paso de largo sin olfatear demasiado, pero en realidad estoy engañando a los instintos. Al retorno ya no resisto caminar por la otra senda y cruzo.
No hace falta ser un erudito ni una pitonisa para entender que las nuevas medidas económicas, englobadas dentro de la denominada Tarea Ordenamiento, representan al mismo tiempo un paso valiente y arriesgado, cuyo éxito dependerá de incontables factores.
El pueblo la nombra Alicia, así, simplemente, como a un familiar cercano, sin necesidad de acudir a epítetos. De ese modo la despidieron, hace apenas un año, saliendo a las puertas de sus casas para saludar el cortejo, en muestra de respeto y gratitud. Singular fenómeno, teniendo en cuenta que el ballet clásico es una manifestación artística confinada en todas partes en espacios minoritarios, dado el alto precio de los espectáculos y el empleo de un lenguaje expresivo sujeto a códigos de comunicación estrictos.
Los que tanto apostaron por un apagón en Cuba parece que son ellos los que van a tenerlo. Ya que no pudieron poner en tinieblas al país —cortando la entrada a los supertanqueros—, se emplearon en los últimos días en «energizar» el debate en redes sobre los precios del combustible previstos como parte de las tres R: reformas monetaria, cambiaria y salarial.
Es complejo. Los vendedores particulares ponen por el cielo los precios de los productos agrícolas, y a algunos no les queda más remedio que comprarlos porque, la mayoría de las veces, los mercados estatales están tan «pelados» como quedan nuestros bolsillos frente a aquellos.
La pregunta hace días que galopaba tendida, simple y aguda como acostumbra aventurar la sabia tribuna de la calle: ¿quién le acabará de poner el cascabel al gato?, es decir, al bárbaro ascenso de los precios que tiene que pagar el consumidor. Y tuvo una respuesta contundente y definitoria que originó una satisfacción multitudinaria.
Papá Estado se convenció definitivamente de que la familia Cuba no puede prosperar con tanta sobreprotección igualitarista, al extremo de que sus hijos laboriosos y esforzados se desgasten trabajando y no progresen como desean, para que sus hermanos vagos y extraviados vivan muchas veces mejor, del invento y el engaño medrando con las dificultades.
Casi a punto de llegar al término de este complejo año 2020, valdría la pena intentar una caracterización del momento histórico en que nos encontramos, referente necesario, tal como lo señalara Fidel. De enorme magnitud, el empeño no habrá de lograrse en el aislamiento de voces individuales. Requiere la convergencia de muchos saberes. En lo que a mí respecta, puedo tan solo formular algunas interrogantes.