¿Cuántas veces han recuperado una obra, un plan agropecuario, una prestación de servicios, y pasado un tiempo vuelve de nuevo a mostrar un deterioro alucinante? En mayor o menor medida hemos visto y sentido esa realidad, que para bien de todos va camino al punto final porque ¡no aguanta más!
Luego, lo que pudo costar cientos de pesos pasa a valer millones para acometer la rehabilitación capital, y hay lugares que registran —nadie se sorprenda— más de una acción de ese tipo. Y para colmo la terminan, a veces, con chapucerías y otros desaguisados peores, que ocasionan volver sobre lo mojado a los pocos meses.
La fórmula para evitar, más lento que rápido, el deterioro capital de cualquier instalación, e incluso de equipos y maquinarias, pasa por ese ABC que se llama aplicar a tiempo el mantenimiento y la reparación a fin de atajar la destrucción parcial o total. Es decir, no seguir de espalda a esa sabia advertencia del léxico refranero de poner la yagua antes de que caiga la gotera.
Tampoco hace falta hacer la historia del tabaco para avalar esa verdad verdadera, confirmada en el hecho de la falta de perseverancia en los arreglos que están al alcance de la mano, independientemente de que en determinado momento hayan faltado recursos materiales o financieros.
Ahora mismo, en cualquier lugar del sector estatal hay una llave botando agua por una zapatilla averiada o porque se le fue de rosca el cierre. O se convive con una filtración del techo. O la hierba crece, crece y crece ante ojos impávidos.
Sobre esta circunstancia de descuidar la acción oportuna, a pesar de existir la posibilidad de frenar el menoscabo, o dejar que una obra recuperada vuelva al deterioro desenfrenado, el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, reflexionó en la reciente visita gubernamental a esta provincia, en la que constataron resultados positivos.
Fue de lo particular a lo general. Puso de ejemplo la necesidad de rehabilitar la escuela mixta Primero de Mayo, integrada por una secundaria básica y un politécnico, situada en la empresa agropecuaria Valle del Yabú, en actual proceso de renovación. Y razonó: ¿cuántas veces no se ha recuperado esa entidad y pasado un tiempo hay que volver a lo mismo?
De ahí la manera enfática en que el Presidente argumentó que esas situaciones no deben ocurrir, para lo cual resulta vital aplicar a tiempo el mantenimiento y componer lo que se va rompiendo, a fin de impedir el desvencijado más temprano que tarde.
Esos ejemplos retratan un fenómeno de dimensión nacional, visible en toda nuestra geografía, al que se quiere acabar de poner fin o, al menos, reducirlo a la mínima expresión, porque la mejor reparación capital es la que no hay que hacer.