El título es de Joan Manuel Serrat. Ese catalán, iluminado por la poesía, nos dice que de vez en cuando la vida nos besa en la boca y nos invita a salir a escena. También habla de ciertos sujetos, venidos a menos aunque ellos piensen que llegaron a más. Son personajes que en un momento compartieron nuestras vidas y sueños —esos juegos de pelota en la esquina y las novias de la adolescencia—, y hoy, por obra del dinero y la vanidad detallan al mundo desde las alturas de la arrogancia.
«Los acontecimientos dramáticos de los últimos días —las revueltas en Túnez y Egipto— demuestran la necesidad de borrar del orden del día el conflicto israelo-palestino lo antes posible», dijo el domingo el presidente israelí Shimon Peres.
El Comité Internacional por la Libertad de los Cinco cubanos injustamente condenados a larguísimas penas de prisión por un tribunal federal de Miami, ha convocado a una jornada de solidaridad para que sean excarcelados. Está exhortando a que se envíe al presidente de EE.UU., Barack Obama, por cualquier vía posible, una demanda de libertad para esos jóvenes cubanos. El presidente tiene la facultad para, tan solo con una firma, mandarlos al lado de sus familias. Se ha repetido un millón de veces que haber celebrado aquel juicio en Miami era una forma segura de condenarlos. Sabemos que era casi imposible que ellos hubieran tenido un juicio justo en esta ciudad, que está controlada políticamente por la ultraderecha de origen cubano que la ha envenenado de odio hacia Cuba. Periódicos, programas de radio y televisión, así como alcaldías, son controlados aquí por esa ultraderecha irracional y troglodita.
Al igual que muchísimos compatriotas, en particular capitalinos, he reforzado en los últimos tiempos mi atención al puntual parte meteorológico que transmite la televisión siempre con la secreta esperanza de ver dibujado sobre mapas señales de nubosidades reventonas, aunque vengan acompañadas de rayos y centellas.
Hay «asaltos» que se agradecen. La afirmación parecería disparatada si se mira desde la concepción tradicional, pero, mientras se recorre por estos días la Autopista Nacional y la Carretera Central, «asaltan», intempestivas, sus derivaciones idiomáticas encomiables: irrupción, acometimiento, penetración…
Como arrestada domadora que gusta introducir su cabeza en las fauces de la fiera, así solía hacer de niña frente al escaparate de mis abuelos maternos. Nada había como ese espacio privado para acariciar memorias y hacer descubrimientos insólitos.
Es curioso: algunos de cuantos escriben sobre Cuba y sus problemas lo hacen desde la distancia, física o ideológica, o desde intuiciones facilitadas por los discursos o los devocionarios de la ultraizquierda o la derecha camaleónica o amarilla, incluso, Posada Carriles declaró recientemente en Miami estar convencido de que «ya nosotros ganamos», dijo aludiendo a la supuesta vuelta de Cuba al capitalismo.
Tiene que habernos mentido; o mejor, tiene que habernos ocultado cosas. Sus ampollas, por ejemplo. Esas ampollas de las que no habla en el Diario de Campaña estaban sin duda allí, flanqueando en islas de prisionera humedad los mismos dedos con los que el alborozado guerrillero le encontró palabras a la lírica de la épica, descubriendo, describiendo, caminos que los mejores prácticos de Cajobabo jamás anduvieron.
BOLIVIA.— La enfermera Susana Osinaga desconocía en aquella tarde de octubre de 1967 que es imposible purificar lo que ya está purificado. Y mientras el agua corría por el cuerpo desnudo e inerte de aquel hombre ella escrutaba sus ojos abiertos, los cuales la perseguían dentro del rectángulo de la lavandería del hospital Señor de Malta, en Vallegrande.
Muchos aficionados andan preocupados por la defensa, que al principio desentonó en la temporada beisbolera. Precisamente, para calentar la peña en su escuela, Omar López, de La Lisa, pregunta nuestra opinión sobre quiénes han sido los mejores dentro del cuadro a lo largo de las series nacionales.