No son pocos quienes creemos que el deporte, como todo en la vida —incluso el amor con sus concilios, acuerdos y negociaciones— también tiene algo de política. Pasión además, desenfreno, locura… Ganar es una victoria que evidencia nuestras fortalezas. Perder, a veces, es mucho más que eso. Pasa en el orbe todo. No se trata solo de entretener.
Han pasado cuatro años desde aquel día. Él no la pudo abrazar, no se pudo despedir. Ella partió sin verlo, sin poderlo tocar por última vez, sin la paz de saberlo en casa. Fueron días difíciles para Gerardo Hernández Nordelo. De Cuba le llegaban las malas noticias del deterioro constante de su «viejuca linda» y él, tras las rejas, tan lejos de su lecho, sin poder hacer nada, sin poderla besar.
Tal vez sí. O quizá no. ¿Quién sabe si sea cierto que su voz está apenas dormida en dos cilindros de cera, aguardando una fecha para sorprendernos con frase desconocida?
Caracas.— Fue en el extenso viaje de retorno desde Delta Amacuro, en el extremo nororiental de Venezuela, cuando reparé en esos detalles que, aunque parezcan nimios, tienen sabores celestiales.
Nos reconocemos unos a otros de muchas formas. A cada individuo corresponden una serie de características combinadas para conformar su físico y su personalidad. Ellas nos ayudan a diferenciarnos y a crear lo que llamamos «identidad». Esa identidad estará influida por nuestra crianza, los valores que nos hayan inculcado, el lugar donde crecimos, los sitios que frecuentamos, los libros que leímos y leemos, nuestras amistades y familia.
Decía el ex vicepresidente Dick Cheney que «hay conocidos a los que desconocemos, lo que quiere decir que hay algunas cosas que sabemos que no sabemos…». Pues bien, aunque sea un individuo pesado, intrigante y mala gente, el siniestro personaje tenía razón. Hay muchas cosas que debíamos conocer y, sin embargo, no las conocemos.
La aprobación del cronograma para la unificación monetaria por el Consejo de Ministros se robó el «show» mediático semanal. Sin embargo, aunque menos publicitado, el ejecutivo aprobó también en su último encuentro el perfeccionamiento del Ministerio de la Agricultura, tanto en su área empresarial como en la presupuestada, y ello no es peccata minuta para la macro o la «persoeconomía», como jocosamente la califica un amigo.
«La gente es tremenda…», se dice. Con esa frase, tan de nosotros, un maestro y colega dio paso, hace algunos días, a cierto diálogo que ambos sostuvimos para un espacio radial. El punto de partida fue mi propuesta de un tema alusivo a cómo muchas veces caemos en la trampa, o en la indiferencia inconsciente, de señalar lo negativo, lo que nos incomoda, avergüenza o inspira desprecio, como algo ajeno. Es un engaño que lleva incluso a hablar de Cuba como si no viviéramos en ella.
Prefiero no tener una foto tuya. Si te cuelgo en una pared será porque ya no estás. O porque ese momento tan maravilloso que compartimos juntos se ha vuelto historia. ¿Estarás cerca? Vendrás a casa. No me regales una foto tuya. Si te cuelgo en una pared… será porque ya no estás.
Un viejito —me avisan— pregunta por mí a la entrada del periódico. Voy a verlo: es Tomás. Recién publiqué un trabajo sobre la Escuela Vocacional de Camagüey mezclando recuerdos de mi paso por allí con orgullo por la entrada de mi niño, y Tomás va a verme, encorvadito y altivo, porque dice tener una duda.