El mes principiaba y habían regresado esos días en que, junto al pórtico de la entidad, se agolpaba la gente con el propósito de abonar la mensualidad por los servicios que esta brinda.
«No le hagas caso a lo que dice esa vieja», le dice el padre y le premia con dos palmadas en el hombro, con la plena convicción de que el hijo no es tan fiero como lo pinta la profesora. «Exageraciones de quien no tiene problemas de los que ocuparse», piensa y da por resuelto el problemilla, sin valorar la posibilidad de llamarla por teléfono o llegarse hasta la escuela. Y pasa el tiempo y pasa sin que el padre sepa si de verdad la profe es tan «vieja», si tiene razones para tantas quejas o su hijo es un verdadero «santito».
El 23 de octubre de 2013, los doctores Stillman y Taylor, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Louisville, Kentucky, Estados Unidos, publicaron en la revista médica The New England Journal of Medicine la tragedia vivida por un norteamericano pobre: fue el caso de Tommy Davis, nombre empleado para resguardar la identidad del paciente.
Mientras en la pantalla televisiva un reportaje reciente exaltaba a los obreros de una fábrica que sigue ofreciendo frutos con una tecnología de la década del 20 del pasado siglo, recordaba Polvo Rojo, ese clásico del cine nuestro, donde el Presillas, «enamorado» por el Che, arranca la niquelífera cubana de la Revolución contra todos los demonios.
Sufro una enfermedad incurable, el despiste. No soy una mata, como algunos piensan, sino todo un bosque. Soy capaz de confundir a un coterráneo con un extranjero y a un artista con el guardaparques. ¿Será el Alzhéimer o una condición genética que profesión como esta agudiza al convertirme en persona pública?
El espíritu de rebeldía del pueblo cubano es una suerte de salvoconducto que le franqueó las puertas de la historia. Tuvo su premiere en tiempos de la conquista, cuando nuestros aborígenes erigieron un muro de contención a los intentos colonialistas de someterlos con la espada y con la cruz.
Estados Unidos quiere tranquilizar a Arabia Saudita, uno de sus aliados en su política para el Medio Oriente. No es la primera vez que esa relación tiene sus baches, pero este no es momento para atizar diferencias conciliables.
Hace unos días, dos de los tres chiflados que residen en Miami y que representan al sur de la Florida en el Congreso federal en Washington, estaban compareciendo en un programa radial que dirige la hija de un comandante de la policía batistiana.
CARACAS.— Qué impredecible es esta vida. Qué trampas nos lanza, a veces solo para enseñarnos que somos súbditos de las circunstancias y que cualquier previsión puede tornarse vapor o humareda.
Han pasado varios días, y todavía se siente la misma incomodidad que cuando la traductora de la ONU repitió las frases, no por rebuscadas menos procaces, del representante de Estados Unidos ante la Asamblea General, momentos después de que el plenario volviera a asestarle un duro golpe a la política norteamericana de asfixia contra Cuba.