Una experiencia emocionante en el camino de ascenso de este lunes fue el intercambio de ideas entre el Presidente Díaz-Canel y los jóvenes que le acompañaron, quienes sostuvieron un ameno diálogo sobre la Cuba amada. Autor: Estudios Revolución Publicado: 06/01/2025 | 11:27 pm
COMANDANCIA GENERAL DE LA PLATA, Bartolomé Masó, Granma.— El monte tiene alma. Es un ser vivo inescrutable; que tiene sus pálpitos, hilillos de agua pura y otras venas, aire fresco que se impregna en todas las criaturas que entran en busca del corazón de ese universo; que tiene caminos limpios, abismos y un sinfín de vericuetos peligrosos.
Lo cierto es que el monte es cosa de valientes y no se debe entrar en él si no se tiene suficiente determinación.
Ejemplo en estado puro de lo que he dicho es la Sierra Maestra, ese escenario por donde comenzó la Revolución, y que, de tan solo caminarlo en alguno de sus tramos, ofrece idea de la grandeza de las mujeres y los hombres que decidieron, desde esa profundidad de monte, dar la batalla para cambiar el estado de cosas.
Tuvo mucho simbolismo que este lunes en la mañana el Presidente Díaz-Canel; el miembro del Buró Político y secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Roberto Morales Ojeda; la primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), Meyvis Estévez Echevarría; otros dirigentes juveniles, del mundo estudiantil, y también del territorio; se adentrasen en la Sierra Maestra, en una suerte de homenaje muy sentido a esa generación que tuvo en el monte a un aliado para emprender, desde la rebelión más plena y arriesgada, una colosal obra para emancipar a millones.
«Con Fidel en las alturas». Así bautizaron los jóvenes de ahora la ruta histórica emprendida cuando ha comenzado el año, y que al buscar este lunes los trillos de la montaña iban tras los pasos de Fidel, quien 65 años atrás recorrió el mismo lugar —del 1ro. al 9 de enero—, acompañado de 390 jóvenes de las Brigadas Estudiantiles Universitarias. ¿Cómo habrá sido el rencuentro con aquel universo de combates? ¿Qué emociones habrían estallado en el corazón del joven Fidel cuando, otra vez en la Comandancia General de La Plata, recordó los días de la guerra?
Este lunes, acompañados de la dirección del país, 65 jóvenes de diversos sectores de la sociedad, y procedentes de todas las provincias, se adentraron en la Sierra no solo para evocar a un Fidel victorioso, sino también para entender la inmensidad de aquellos combatientes que tuvieron que aprender a tomar el pulso a los helechos para así sobrevivir y llevarle pasos de ventaja a un enemigo muy superior en pertrechos, pero jamás más grande en imaginación y en coraje.
En la Comandancia General de La Plata llegaron a nacer 17 instalaciones rebeldes. Allí en esa estructura que fue muy bien explicada este lunes por un acucioso historiador desde el Museo de la Comandancia— estuvieron los gérmenes de lo que luego serían la educación, la salud, la actividad legislativa, la comunicación de una Revolución en el poder. Allí los jóvenes rebeldes aprendieron a administrar un país, y a hacer de cada acto una pieza humanista de un proceso político colosal.
Además de la meditación, del paso tenaz de cada caminante, además de la hermandad y de la resolución de la resistencia, tuvo mucho valor, y emocionó callada o explícitamente, hacer un alto en el camino para vivir el intercambio de ideas entre el Presidente Díaz-Canel y los jóvenes que le acompañaron en la travesía, y que en un lugar de la Comandancia General conversaron sobre la Cuba amada.
«En tiempos difíciles la juventud nunca se rindió, y nunca se rendirá», reflexionó Meyvis Estévez, quien también desarrolló conceptos como los del desafío ideológico y la necesidad de andar unidos; como los de la superación y la victoria.
Como un padre, y junto a su compañera Lis Cuesta Peraza, el Presidente de la República de Cuba recordó a los jóvenes que en asuntos de trillos difíciles lo importante es llegar a la meta, «y a veces no importa si se demoran un poquito más».
¿Cómo se sienten en una experiencia como esta, en qué piensan cuando van sorteando los obstáculos del camino, cuando parece que van a caer en algún tramo escarpado?, preguntó el dignatario. Y una voz juvenil dijo con rapidez que se piensa en «seguir adelante».
Díaz-Canel habló sobre cómo este tipo de expedición es un «verdadero encuentro con la historia». Habló sobre la unidad, y sobre cómo la participación y el conocimiento de los sucesos que nos han traído hasta el presente constituyen pilares de esa unidad tan necesaria. Destacó también el valor que entrañan, para tiempos tan complejos, contar con convicción histórica y con el orgullo de ser cubanos.
Del heroísmo, recordó que esa fortaleza se alimenta justamente de la historia, por lo cual la dirección del país no alberga duda alguna sobre lo importante que es que los jóvenes caminen por espacios como el de la Sierra Maestra. El dignatario compartió diversos detalles de la historia patria, y expresó que travesías como la de este lunes hacen posible el aprendizaje de la historia, y hasta la posibilidad de estar haciendo esa historia desde el presente.
«Mañana vamos a estar distintos», afirmó el mandatario, quien compartió su convicción de que haber estado en la Comandancia General de La Plata «nos hace mejores revolucionarios». Y en lo concerniente a la necesidad de acercamientos a lo histórico, tomando como punto de partida los escenarios originales, o buscando motivaciones frescas, dijo: «Creo que si lo hacemos bien, si lo hacemos sin cliché, sobre la base de participar conscientemente, todos vamos a ser mejores revolucionarios en cada momento».
En el encuentro también hablaron los jóvenes: abordaron temas alusivos a la producción, a la innovación, a la espiritualidad, al amor patrio. Y en un momento el periodista Yuniel Labacena extendió al Jefe de Estado algunas interrogantes que sirvieron de motivación para que Díaz-Canel expresara conceptos cardinales.
Yuniel, por ejemplo, quiso saber qué conceptos compartiría el mandatario con las nuevas generaciones, con qué fortalezas de la UJC se quedaría, y con cuáles aspectos no. El Presidente dijo entonces que a «la Revolución hay que sentirla», que a la Juventud le pediría negar todo tipo de burocratismo; y que lo mejor sería no perder el entusiasmo ni el compromiso ni la capacidad de escuchar.
Y a propósito del bloqueo imperial que pretende asfixiar la vida en la Mayor de las Antillas, expresó algo que inevitablemente llevó al recuerdo de Fidel: «La razón la tiene la Revolución». Lo aseveró porque, como «la razón está de nuestra parte», que ese bloqueo sea eliminado no pasará porque se haga concesión alguna, no pasará por ceder en principio alguno.
El bloqueo, enunció, «lo tienen que quitar sin nada a cambio». Y definió que «ahí es donde está la dignidad del pueblo cubano», y que cada día, cada uno de nosotros, debe hacer una vindicación de Cuba, así como la hizo Martí: defender a Cuba de las ofensas, de la subestimación, de todo lo que se arma desde la maquinaria mediática, allí donde la Cuba real no está.
En medio de cantos, sin olvidar como pidió el mandatario la justa causa de Palestina, en medio del merecido homenaje a un grupo de jóvenes que recibieron la condición de militantes comunistas, el escenario parecía coronar la travesía de este lunes: hubo que ser muy grande para adentrarse en el monte, había que tener una determinación absoluta sobre la opción elegida. Y esa verdad no fue difícil de descubrir adentrándonos en la Sierra Maestra, porque el paso fue emocionante y difícil; y en solo horas, más allá de los libros consultados, la historia se presentó en toda su crudeza y belleza, en toda su fuerza y sentido, en todo el respeto que merece.
El monte lo dijo: los que lucharon en complicidad con él, jamás fueron pequeños. Ellos, merecen toda la veneración.