Me da un poco de risa cada vez que sorprendo a alguna suegra o suegro quejándose de su nuera o yerno, y viceversa, aunque me ha tocado más de lo primero (conste que, por suerte, no es por experiencia propia). Mas, son casi constantes las historias de contradicciones y agravios entre estos parientes tan cercanos, y a la vez tan lejanos, en cuestiones sanguíneas y de afectos.
Al comentar sobre una reunión un tanto incómoda, donde se analizó una denuncia sin autor, una amiga nos dijo: «Si deseas que te escuchen, no plantees los problemas delante de nadie ni en una reunión: escribe un anónimo y verás la movilización que se arma».
Cada ejercicio de rendición de cuenta del delegado de circunscripción a los electores, por repetitivo que a simple vista pudiera parecer, propicia visualizar atisbadoras y disímiles aristas de nuestro sistema democrático de participación ciudadana.
La vida de Kimberly Noel Kardashian-West, conocida popularmente como Kim Kardashian, ha estado engomada por las famas mediáticas y las extravagancias. Esta estrella televisiva y modelo norteamericana es una de las adalides del american way of life. En el año 2015 ella marcó tendencias en la moda estadounidense y en las redes sociales, donde se le conoció como la reina del Instagram (aplicación y red social para compartir fotos y videos), al poseer más seguidores que cualquier otra estrella de Hollywood.
No olvidamos el gris de la mañana y la pertinaz llovizna que acompañaron nuestra incredulidad aquel viernes 11 de enero de 1980, cuando dejó de latir el corazón de Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley. El dolor y la tristeza se impregnaron muy hondo en el corazón de un pueblo que se negaba a admitir que ella, la imprescindible, se hubiese marchado para siempre.
«Debemos escribir sobre Mella, este domingo es 10 de enero», comentó hace unos días un colega y editor del periódico. Y asentí, me convertí en responsable de las palabras pendientes. Después recordé que desde hace algunos años ese excepcional cubano que murió siendo un muchacho se ha convertido en un tema que casi siempre, en fechas señaladas, recala en mí.
La posición bípeda y el dominio de la palabra nos diferencian de los restantes mamíferos. El desarrollo de la técnica, el ahorrar esfuerzo, ha menguado las facultades físicas que debieron tener nuestros más lejanos antepasados. El empleo generalizado de la cocción de los alimentos modificó la función de los cordales. En sentido inverso, el proceso histórico dotó a las lenguas de riqueza y complejidad crecientes. La nuestra dispone de recursos notables, evidentes en los tiempos y modos verbales y en la arquitectura de las oraciones. Es un eficaz medio de comunicación que viabiliza matizar cualitativamente el arte de dialogar para sugerir los distintos grados de afectividad y de crítica. Constituye el medio idóneo para el ejercicio del pensar y establecer los nexos entre las ideas abstractas y lo terrenal concreto.
La azota con fuerza, con furia y alevosía. La azota amarrada al primer tronco que encontró en el patio a la vista de unos cuantos. Y todos callan. A nadie le importa. Él la golpea, con un gajo endeble, es verdad, pero la golpea. No sé si duele o no. Si marca o simplemente amaga. A la distancia en que estoy, solo alcanzo a ver que él se ríe y me dice: «Liudmila, ¡viste como ahora me tocó a mí!». El condenado transformado en verdugo. Y son dos niños. Y yo callo.
Cada palabra de aquel jueves, en el que la capital parecía reventar de júbilo, fue como una campanada de aviso para la posteridad. Cada frase de aquella noche apoteósica conserva todavía, después de tanto tiempo, la advertencia suprema para las fechas futuras.
El presidente Raúl Castro dijo, en la clausura de la Asamblea Nacional, lo que todos, con excepción de los pillos, querían escuchar: poner fin a una especulación desbocada que realmente no aguanta más. Y al aplauso que retumbó, tras sus palabras de «son problemas a los que hay que buscarles explicación; pero más que la explicación, es solución, aunque sea transitoria», se unió toda esa Cuba laboriosa.