Paso ya de las cuatro décadas y, como muchos de mis coetáneos, soy un bailador del llamado casino, del merengue y de algún otro ritmo que estuvo en boga en mi lejana etapa estudiantil. Puedo atreverme, incluso, sin deleitarme demasiado, a ensayar una mÃmica del monocorde reguetón, que encuentro fácil de danzar.
Hace años algunos fuimos testigos de las sensibles contradicciones entre inmigrantes y nativos digitales, cuando cierto profesor proponÃa imponer a sus estudiantes de Medicina una disposición inconcebible por sus consecuencias: proscribir el uso de teléfonos celulares dentro del recinto universitario.
Hay preguntas cuyas respuestas difÃcilmente puedan encontrarse y expresarse de inmediato. Sucede asà con la que el Movimiento Juvenil Martiano está presentando a las nuevas generaciones a lo largo de la Isla.
La lectura de la prensa a la hora del desayuno era un ritual ineludible en mi casa durante mi infancia y mi primera juventud. Empezó como un hábito hasta convertirse en verdadera adicción. Cuando no tengo el periódico a mano, acudo a los informativos de la radio. Necesito saber lo sucedido en cada amanecer del mundo, consciente de que los problemas más distantes —el deshielo de los polos, las migraciones masivas, la expansión del terrorismo y del narcotráfico…— habrán de repercutir de algún modo en mi existencia y en las personas de toda edad que me rodean.
Al Legionario, mi interlocutor predilecto
Cuando el cielo es todavÃa sepia y el frÃo de la madrugada no ha sido rasgado por el sol, cuando La Habana apenas ha dado su primer bostezo, allà están ellos sentados en el mismo banco del mismo parque, muy juntos, conversando con fascinante naturalidad. Ella, dejándose amparar por su brazo derecho. Él, conversando sereno, tocándose de vez en vez su bigote fino.
La escena se repite dÃa a dÃ...
La convocatoria de esta II Conferencia Internacional Con todos y para el bien de todos es parte del proyecto José Martà de Solidaridad Mundial auspiciado por la Unesco.
Como se esperaba, como se temÃa, este martes el Parlamento danés aprobó, con 81 votos a favor y 27 en contra, una ley que permite confiscar dinero y objetos de valor a los refugiados y limita la reagrupación familiar en el paÃs. Desde noviembre, la reforma de la ley de extranjerÃa saca chispas sobre el hielo a los diálogos en Dinamarca, porque incluye unas 30 medidas que —parodiando el conocido refrán que avisa estar midiendo y no para ropa— no son para abrigo.
«Aleja tu móvil del alcohol», me dice un amigo siempre en simulado tono de burla. Pero su verdadera preocupación no es que se afecten las condiciones técnicas del artefacto en caso de que caiga en el voluble lÃquido. Es un consejo más sentimental y profundo de lo que cualquiera se imagina al escucharlo. Él bien sabe por qué lo dice. Yo bien sé por qué en nuestro cÃrculo de amigos (y en muchos otros con los que compartimos) casi nadie le hace caso.
Donde menos se piensa salta la liebre, alecciona el refrán, y aunque a estas alturas de la actualización económica nacional esperarÃamos que un dicho como ese no tendrÃa por qué venir a cuento, de vez en vez nos sorprenden algunos de los traviesos «animalillos».
Un molinero muy pobre tenÃa tres hijos. Al morir, dejó el molino al primero y correspondió al segundo el caballo. Para el tercero, quedó tan solo el gato. Desesperado, el muchacho se encontró con las manos vacÃas. Pero el gato hablador le aseguró que podÃa hacerse de una fortuna si le procuraba botas, chaqueta y un sombrero, vale decir, el vestuario de un caballero de la época. Sin otra alternativa promisoria, el joven accedió.