El célebre filósofo y político inglés Francis Bacon aseguraba que «el que no aplique nuevos remedios debe esperar nuevos males, porque el tiempo es el máximo innovador». La expresión se ajusta perfectamente a las decisiones anunciadas el pasado 10 de julio y publicadas en la Gaceta Oficial Extraordinaria No.35, acerca de las nuevas normas que implementan la política para el perfeccionamiento del trabajo por cuenta propia y su sistema de control.
Toda Revolución es fuente de derecho. Toda Revolución auténtica tiene raíces en el subsuelo de la historia. Asume en su radicalismo renovador y justiciero la voluntad de extirpar males acumulados a través del tiempo. Por eso al conmemorarse los cien años de La Demajagua, Fidel planteó la insoslayable continuidad de un batallar por la configuración de una nación soberana, clave de una unidad forjada desde abajo que juntaba voluntades, más allá de diferencias de origen y de discrepancias tácticas. Cuando así sucede, la Revolución se constituye en estremecimiento telúrico, capaz de potenciar al máximo el talento y la creatividad de todos y cada uno.
El periodista puede atravesar por un slump. De pronto cualquier colega pretende, como yo, recuperar su frecuencia en Juventud Rebelde, como tantos años atrás. Y hoy sus intentos toman el color de la cuartilla blanca. Ni siquiera le sale espuma, como tituló uno de sus libros un escritor de cuyo nombre no me acuerdo hasta tanto no lo rebusque.
Desde ya, pero sobre todo en los próximos días, los cubanos estaremos convocados a uno de los exámenes más trascendentes de la nación. El nuevo proyecto constitucional, el cual ya ha atravesado las primeras rondas de valoración en las máximas estructuras del país, se dirige ahora hacia su momento más importante y decisivo: el análisis que emanará del pueblo, de donde deben surgir los principales criterios que le darán forma definitiva.
Creo que, como los distintos Gobiernos de Estados Unidos, desde James Carter hasta acá, se han convertido en una especie de jueces mundiales sobre quién viola y quién no los derechos humanos en el mundo, es necesario darle otro vistazo al informe que hizo el relator especial de las Naciones Unidas, Philip Alston, al Consejo de Derechos Humanos de esa institución sobre la pobreza en este país.
La industria turística en gran escala tiene una historia relativamente reciente. Su impulso inicial se produjo después de la II Guerra Mundial. El auge de los movimientos de izquierda y la presión ejercida por poderosos sindicatos conquistó en muchos países la aprobación de leyes que establecieran la obligatoriedad del descanso retribuido. Para muchos sectores de las capas medias se abrió la posibilidad del disfrute de las vacaciones.
Escuché recientemente a nuestro Presidente elogiar al pueblo espirituano no solo por su hospitalidad y generosidad, sino también por su decencia. Si alguna cualidad resume los valores de una persona es la decencia.
Se les tienen cerca desde los iniciales días de pupitres universitarios, ansiosos como están por atrapar e incorporar al acervo propio cuanto la docencia profesoral transmite, desmenuza, cuestiona y provoca para la investigación independiente, con todo lo cual al final se gradúan los más perseverantes y convencidos del camino elegido. Y de pronto las temporales fronteras se diluyen al compartir, de tú a tú, un mismo bregar de profesión, ya sea en una redacción periodística, lo que mejor conozco.
No hay una palabra más cercana al periodismo que el amor, pero si no bastase, entonces le sumaría el sacrificio. Solo quien sepa, a conciencia, que jamás se enriquecerá —a no ser espiritualmente— gracias al ejercicio de la profesión, ni estará nunca en una posición cómoda frente a las audiencias o a los funcionarios públicos; quien tenga una ínfima idea de las inquietudes y ansiedades que vive un periodista ante la página en blanco o en la disyuntiva de una frase que no tienda a dobles y triples interpretaciones... solo ese estará listo para ejercer a conciencia el oficio más hermoso y complejo del mundo.
La bolsa negra se hincha, a la sombra de una carencial oferta frente a la demanda, los altos precios al consumidor y los bajos salarios; un tríptico que Cuba aún no ha podido ni siquiera atenuar. Y no hay diagnósticos o estudios públicos ni estadísticas sobre esa economía subterránea o sumergida, que ya hace tiempo aflora a la superficie sin pudor, y hasta se cuela en la mismísima economía legal.