No bien se habían aplacado los zarpazos del tornado que sacudió a la capital el pasado 27 de enero, cuando comenzó a sentirse un raro concierto de soplos para atizar, sobre los dolorosos escombros y duelos de la urbe, otros extraños y muy oportunistas remolinos.
El próximo 11 de febrero mi abuela materna cumpliría 101 años. Murió poco antes de llegar a 90, pero en la cotidianidad de nuestra casa ella se hace presente de muchas maneras, desde el jarrito para calentar el desayuno o las guitarras en el pasillo, hasta los dicharachos y anécdotas que compartimos con las nuevas visitas.
La Habana renace del destrozo y seca sus lágrimas. No busca cosméticos para disimular las grietas. Se levanta y anda, a despejar los escombros del sufrimiento y rehacer paredes, también las de su alma. Restaña sus heridas físicas y sentimentales, y la emprende contra el infortunio que deja un tornado, con las energías misteriosas de la cubanidad: Ese enigma de retoñar siempre, ¿verdad, Fidel?
Esa imagen callejera brota bajo el cielo de esta ciudad y anda revoleteando también por otros lares ante las miradas impasibles y un asombro rematado en la mudez.
Estudiar a fondo la nueva Constitución de la República de Cuba, que se someterá a referendo el próximo 24 de febrero, constituye una aproximación a lo que se propone el país en materia de ordenamiento jurídico. Todas las zonas del accionar ciudadano, público o gubernamental, han sido tenidas en cuenta en esta bien llamada Ley de Leyes.
Ya se había anunciado; y el tema —por la historia sensible que recrea— hablaba por sí solo. Asimismo, muchos conocidos no hacían otra cosa que no fuera recomendarla y comentar lo emotiva que estaba, pero ahora que ya la vi, que la sentí y la viví, no se compara con nada de lo descrito, con aquello que pude imaginar.
Un saber popular asegura que «cada maestro tiene su librito». Y eso es muy cierto. Sin embargo, no hay profesional que guste más de compartir y confrontar sus métodos y mañas propias que los educadores. Y es que la responsabilidad del docente va más allá de enseñar letras y números. La formación integral —esa que a veces se repite como eslogan sin llegar a la profundidad de su significado— es, en realidad, acompañar a la familia en la transmisión de la cultura, en su expresión más amplia.
No soy jurista. Mi lectura de la Constitución es la de una ciudadana consciente de su responsabilidad social y comprometida con el destino del país. Acudo, en primer lugar, al llamado de Fidel de cambiar todo lo que debe ser cambiado, teniendo en cuenta los factores que caracterizan el momento que estamos viviendo. En el análisis del contexto que define la contemporaneidad intervienen el panorama internacional y los elementos que configuran nuestra sociedad.
Cuando pase el tiempo y La Habana se levante por sobre los tajazos y desmanes del tornado del 27 de enero de 2019, ya habré olvidado las imágenes tremebundas de la tragedia, los desplomes y explosiones de concreto bajo aquel torbellino bramando, con vientos de 300 kilómetros por hora.
Tomar un vaso de agua, cepillarse los dientes, mirarse al espejo para revisar la espinilla que salió en la cara, darse un baño, llamar a alguien por teléfono, leer algunas páginas del libro de turno o comer algo, son algunas de las muchas actividades intrascendentes que una persona bien podría hacer en poco más de un cuarto de hora.