A pesar de sus continuas amenazas y su actuar bélico y subversivo contra numerosas naciones, el actual jefe del régimen de Estados Unidos, Donald Trump, es un perdedor, tanto en su país como en el mundo, de ahí su conducta cada vez más histriónica y agresiva, y por supuesto peligrosa para la humanidad.
Alguien dijo que si le hubiesen preguntado a Martí cuál era su profesión, habría respondido: «¡periodista!». Y es que en la obra del más universal de los cubanos, la bien llamada «prosa de prisa» resultó recurrencia desde que el 19 de enero de 1869, con apenas 16 años, hizo público El Diablo Cojuelo, su primer trabajo de naturaleza política, donde satirizaba al colonialismo español.
Le pasó a él, sin embargo, le puede pasar a cualquiera. Fue en el mercado ubicado en 7ma. y 32, municipio capitalino de Playa, pero puede suceder en cualquier tienda. Lo cierto es que aun cuando cotidianamente se denuncia lo mal hecho, así como las estafas e indisciplinas a las que se enfrenta la población, nunca es suficiente.
El viejo y sabio bosque, personaje en una fábula del brasileño Paulo Coelho, quedaría sin motivos para la ironía ahora mismo en Cuba. La peculiar tendencia de los seres humanos a seguir el camino trillado, sin crear alternativas, y sin preguntarse si esa es la mejor elección, ya no sería la moraleja en la historia del famoso escritor después de los resultados del 24 de febrero último.
En lo personal y en lo colectivo, la amnesia constituye una patología caracterizada por la pérdida de identidad. En lo personal se traduce en el olvido del nombre, la procedencia, el lugar donde se habita, los recuerdos que eslabonan nuestra existencia, el conocimiento adquirido y los sentimientos que alientan lo más íntimo del ser. Es un vaciado de cerebro.
Hay interioridades en las revisiones de las obras en construcción que se resumen en expresiones generales. Si bien atrapan la médula de lo ocurrido devienen incapaces de fijar el cómo nacieron.
¿Quién dice que el ruido hace daño? ¿A quién o a quiénes se les ocurre pedir leyes, medidas, acciones, restricciones contra la música alta? Por favor, ¿no se dan cuenta de que esos decibles eliminan el estrés? ¿Que ellos, en sí mismos, son una expresión de alegría, de falta de prejuicios, de hermandad de fronteras y vecindarios, una verdadera invitación a irse al cielo con Lucy y sus diamantes?
Uno las ve pasar. Calladas, exultantes, milagrosas. Están ahí, una y otra vez, para hacernos nacer, para salvarnos.
Probablemente dentro de varios años, los sucesos actuales sirvan de argumento para una película. El Presidente y su exabogado, aquel que decía tiempo atrás que recibiría incluso una bala por él, serán los protagonistas. Pero la cuestión, por más hollywoodense que parezca, no es broma.
Sucedió a las puertas de un círculo infantil —a pleno sol—, un día que hubiese transcurrido normalmente, si no llega a ser por el perverso acto.