Como era de esperar, el 15N quedó apenas en 15NO. Aquí no hay mucho que «inventar» en materia de gestas particulares. En Cuba, cada hoja de almanaque viene impresa con la marca de la honra verdadera y, pese a los golpes, las trampas, las cobardías, los errores propios y los peligrosos juegos virtuales de los vende almas, aún cosechamos buenos frutos gracias a aquella certeza martiana de —se ha luchado tanto— que nuestros árboles llevan un muerto debajo.
Desde el mar observé por primera vez la ciudad que habría de hacerse mía. Era noche cerrada. El barco permanecía al pairo, en espera de la mañana, para entrar al puerto. Frente a nosotros, el arco luminoso del malecón parecía abrir los brazos en señal de acogida. Al desembarcar permanecí aturdida entre la estridencia de una polifonía de voces y el calor sofocante de un veraniego mes de noviembre.
Por estos días de vacunación con jeringuillas y agujas a la mano, con las colas y rostros impasibles de personas a la espera de su turno para alejar los peligros de la pandemia, incluso con insistencia de preguntar cuándo tocará el día y el minuto del pinchazo, a uno no le queda más remedio que preguntarse dónde quedó el miedo a las inyecciones.
Fue un viaje nocturno con tantos sustos y «¡cuidado!» por una de nuestras carreteras no alisadas, que casi no me creí haber llegado al destino final.
Necesaria y leal. Dos adjetivos que, según he leído y he escuchado, se le adjudican a la película El Mayor, dirigida por Rigoberto López y recientemente presentada en La Habana en ocasión del Día de la Cultura Cubana. Coincido. Necesaria, porque cada pasaje de la historia —desde el más conocido hasta el casi olvidado— debe contarse de manera diáfana, emotiva, cercana, y siempre la historia nuestra puede motivar a que así sea. Leal, porque evidentemente el guion del mismo López y de Eugenio Hernández Espinosa abordó pasajes imprescindibles de nuestro pasado con respeto y transparencia.
Al igual que otras ciencias sociales y humanísticas, la pedagogía se desarrolla en permanente y siempre renovado diálogo interdisciplinario. Responde a una concepción del mundo —filosofía— y se integra a un proyecto de nación, para lo cual se remite a la historia y la sociología. Tampoco puede prescindir de la sicología porque su compromiso fundamental se centra en la formación del ser humano.
En estos días pandémicos, en que hasta un paisaje estampado en una postal resulta sorbo de agua cristalina en medio de tanta batalla por seguir adelante, un grupo de amigos nos hemos dado a recordar objetos que alguna vez tuvimos y que forman parte de ese universo agridulce llamado nostalgia.
La vida suele ser muy dura a ratos. Castiga muchas veces sin saber por qué y arrebata los sueños a algunos. Así le pasó a Ana Lía, una pequeña que reside en Mariel. Su historia puede estar repetida más de una vez en la provincia o el país, pero no por eso deja de doler.
El panorama alimentario nacional comienza a desinhibir sus alicaídas papilas gustativas. Cierto, los cambios no son espectaculares. Tampoco auguran para cuándo podremos aflojarnos el cinturón. Realmente falta aún para que las cazuelas sonrían y los comensales aplaudan. Pero, como dice el refrán, ¡del lobo, un pelo! Algo ya hay para comprar. Por lo menos están apareciendo los productos agrícolas.
Son innumerables los esfuerzos, la profesionalidad y las energías empleadas en estos 60 años por todos sus trabajadores y los que de una forma u otra participaron en la conformación de los noticieros de televisión que contra viento y marea salieron al aire sin faltar un día por complejo que fuera.