Todo el mundo la llama Sarita Remedios, y aunque no es famosa por ningún medicamento alternativo en contra de padecimiento alguno, en Nicaro la gente la busca cuando se trata del Che y de «la Fábrica».
Un huracán es como la guerra. En algún aspecto tal vez peor, porque no hay Derecho Internacional Humanitario que valga. Los ciclones no creen en niños, ancianas o enfermos. La furia natural no repara en hospitales, hogares ni escuelas. Arrasa. Por eso el contragolpe tiene que estar tan previsto como la estocada de riposta que diseña el ejército horas antes del combate. Nadie puede darse el lujo de perder semejante batalla suprahumana.
Cuando José Martí definió el «ejercicio del criterio», se estaba remitiendo al origen más remoto del concepto de crítica. Para los griegos, se trataba de establecer las bases para discernir la necesaria búsqueda de la verdad mediante un instrumental analítico. Nunca neutral, se fundamenta en una perspectiva filosófica y se proyecta hacia el diseño de una sociedad en función del desarrollo humano. Ese propósito anima la inmensa obra periodística del Maestro.
Uno nunca quiere tener que ir a verlos, a no ser de visita, para darles un abrazo o contarles que anda todo bien con nuestros niños, que solo nos preocupan boberías; pero a consulta no. Ojalá esas siempre estuviesen vacías.
La dialéctica de la vida y la propia historia que construyen los seres humanos nos convidan a asumir con el espíritu defensor de cada una de las naciones que integran la América nuestra —la que un día rompió las cadenas del oprobio colonial, la que presenta al mundo como su mayor tesoro la grandeza de nuestras dolorosas tierras, la que se ha tenido que enfrentar a las más diversas e inimaginables agresiones del gigante de las siete leguas— el legado humanista, ético y antimperialista de José Martí y Fidel Castro, y con ellos, el de otros próceres latinoamericanos, hoy padres fundadores de la independencia de nuestros pueblos.
Una de las imágenes más recurrentes del azote de Irma asoma, por doquier, en el arbolicidio causado por sus feroces vientos, que echaron a volar todo lo encontrado a su paso arrollador.
Todavía vivimos bajo el impacto del arrasador paso del ciclón innombrable. La catástrofe demostró, una vez más, la eficiencia de nuestra Defensa Civil, así como nuestra capacidad de crecer en los momentos difíciles en el orden de la solidaridad y de la entrega al trabajo de todos aquellos encargados de afrontar peligros y de ofrecer la necesaria cobertura informativa. Sobre esa base, es la hora de analizar fortalezas y debilidades.
La punta gastada del lápiz le tizna los dedos; pero la hoja sigue blanca como la nieve, y cada vez le nacen más letras. Miles de días con sus noches le han devorado un poco los ojos, pero ellos y las manos de la mujer continúan obstinados en seguir escribiendo el diccionario «más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana, dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y —a mi juicio— más de dos veces mejor», según dijera el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.