Cuentan que paseaba por La Habana Vieja y lo llevaron ante la ceiba que marca el lugar donde se constituyó oficialmente la villa de San Cristóbal de La Habana. Siguió el rito de todo viajero que llega hasta El Templete, frente a la Plaza de Armas. Con su eterna bolsa de tela colgada al hombro y sosteniéndose del tronco del árbol para no caerse porque ve con dificultad, Piero Gleijeses dio tres vueltas alrededor del árbol mientras pedía un único y repetido deseo en su español italianizado: «Yo quiero documentos. Yo quiero documentos...». Tres horas después, llamó feliz al amigo que tuvo la idea de presentarle a la ceiba: su ruego había tenido éxito.
Casi muero aplastado por una guagua. Perdón, quise decir: «en» una guagua. De un frenazo abrupto, el chofer había logrado que los pasajeros que viajábamos cerca de la puerta de salida, cayéramos en fraternal «pilita», como en mis días de infancia.
16 de marzo de 2007. A las 6:45 de la mañana todavía está oscuro frente al Malecón. Las olas rompen contra el muro y solo otras dos personas caminan apuradas, en dirección contraria, quizá para llegar las primeras a su trabajo.
Aquel reality show era un circo romano en pleno Siglo XXI. El presentador, un ladino león de impecable traje, trataba de despedazar a preguntas a aquella negra fabelada que, con el rubor propio de una niña madurada a destiempo, se tapaba la boca para sonreír frente a las cámaras.
Es buena hora para hablar de la UE, que ha escogido el lema Together since 1957 (juntos desde 1957) para festejar las cinco décadas de los Tratados de Roma, firmados el 25 de marzo de ese año y considerados como la «partida de nacimiento» del bloque.
De igual modo que en febrero pasado se reclamara un apagón mundial de cinco minutos para llamar la atención sobre el consumo de energía y el medio ambiente, ante la publicación de un informe de la ONU sobre el cambio climático, hoy 24 de marzo se convocó en todo el planeta al Shutdown Day.
Mil modos existen de convivir con los problemas. Uno de ellos, la indiferencia; pasar de largo, como si conmigo no tuviese que ver. Otro, el exceso de sectorialismo, la renuencia a conectarnos con una estrategia común. Este, que a la larga es también una actitud indiferente ante todo aquello que «no me toca», me parece que destaca como el más grave.
Con demostraciones pacíficas, la población apoya a los suplentes. Foto: AP
Fue el 22 de diciembre de 1993 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó que el 22 de marzo de cada año se declarase Día Mundial del Agua. De entonces a la fecha la aldea global tiene muy poco que mostrar y mucho por hacer, para que tan indispensable recurso natural esté al alcance de todos y cada uno de sus habitantes.
Parientes muy cercanos del chantaje que favorece la dependencia, los «condicionamientos» también han sido vehículo para imponer a los necesitados países del Tercer Mundo, los modelos pensados en el Norte.