La punta gastada del lápiz le tizna los dedos; pero la hoja sigue blanca como la nieve, y cada vez le nacen más letras. Miles de días con sus noches le han devorado un poco los ojos, pero ellos y las manos de la mujer continúan obstinados en seguir escribiendo el diccionario «más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana, dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y —a mi juicio— más de dos veces mejor», según dijera el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
Cuando quedo sin aire, cuando tanto ruido espanta, corro Cuba adentro, que es como correr hacia la niñez. A la vieja senda de las carretas, a la algazara de mis primos, a los ojos de mi madre. Corro hacia los manantiales y el mamoncillo. Sencillamente corro.
Noche de incertidumbre para Marta, Elogio, Miguel y Maira. Las olas envolvieron la barriada del Machete, la avenida tercera y la tranquilidad de toda la costa norte en Santa Cruz. Noche sin fin. Si hubiesen podido agarrar la mar, pero de todas formas el agua choca, se retuerce y golpea… la mar golpea.
La muchacha hurgó en su cartera; encontró, entre papeles y vacíos, un billete. Tómalo, a ella le hace más falta, dijo, y se viró para regañar a su hijo que se había lanzado a correr para el cuarto y casi se cae. No le dio tiempo a abrir la boca, el niño ya estaba fuera del alcance de sus ojos.
No por esperados dejan de resultar asombrosos esos gestos de tender la mano a los más necesitados en la gran ciudad o la pequeña comunidad, donde se vive como en familia, porque todos se conocen.
Hay muchas cosas que Irma no puede callar. Ni esta femme fatale para Cuba por estos días, ni ningún otro fenómeno meteorológico con nombre de persona.
Tal y como nos sucede ahora con Marte, quizá algún día seres racionales instalados en otras galaxias se interroguen acerca de la existencia de vida en la Tierra, porque en carrera desenfrenada hacia la autodestrucción, se nos ha despertado una vocación suicida.
Seamos directos: los modelos de pronósticos no alientan el mapa de nuestras vidas. Aunque esta verdad tiene no pocos enemigos, poderosos ellos, por cierto, el efecto invernadero global aumenta la temperatura del agua y la humedad, dos elementos básicos en la «dieta» de un ciclón. Y en la hermosa área geográfica que nos tocó en suerte tenemos un mar Caribe cada vez más caliente, lo que nos hace esperar que los «hijos y nietos» de Irma serán aun más fuertes que esta iracunda señora de la escala 5. Así que no hay más salida que perfeccionar nuestra ya eficiente preparación al respecto.
SANTA CLARA, Villa Clara.— Todo suceso, por mucha información que se dé, origina los mil y un comentarios al margen de la realidad. Cada cual le pone un poquito de pimienta, algo netamente suyo, para al final crear su leyenda que propaga como verdad verdadera.