El contrapunteo entre el transporte ferroviario y el automotor, empezó a agudizarse en Cuba tras completar la construcción de la Carretera Central en 1930. Ambos medios no tienen porqué repelerse. Pero si la Central discurre casi paralelamente a la línea del ferrocarril, fue natural que en aquel momento se estableciera una competencia. Desde entonces se extendió una mentalidad que priorizó el asfalto y la gasolina.
El tejido psicológico del cuerpo social se modifica de forma progresiva. Los traumas, así como los avances o saltos de calidad de cada época, estampan inevitablemente huellas y mutaciones en la expresión de cada etapa.
Una plena agitación universitaria caracterizó el año 1923. Las chispas del ambiente de tiranía que se respiraba en Cuba encendieron la llama del movimiento estudiantil. Julio Antonio Mella, al frente de la efervescencia política, estaba decidido a transformar la Universidad de La Habana, cuyas condiciones eran reflejo de los males de la República neocolonial.
«No hay crimen sin castigo» es un viejo proverbio que debería ser la frase de cabecera de quienes en la Isla de la Juventud no respetan las leyes y asumen como suyos los recursos que el Estado destina para el desarrollo sostenible del territorio.
«Sorprendido», así dice estar el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Taib Fassi Fihri, quien confesó no entender por qué los medios de comunicación españoles se interesan tanto en el asesinato de un adolescente saharaui. A su juicio, la muerte de Elgarhi Nayem, de solo 14 años de edad, por las tropas de Rabat en las afueras del campamento de Agdaym Izik, carece de importancia.
Desde un simple hueco pueden observarse lamentables profundidades. Sobre todo, cuando el orificio revela más por su contorno moral que por su deformación física.
La rutina, esa hija silenciosa de costumbres, empoza la energía, torpedea sueños, frena el ingenio y adelgaza el cerebro. No en balde José Ingenieros dijo que la rutina «es el hábito de renunciar a pensar».
Como en una macabra historia de terror la tragedia se repite. Aún con las huellas del dolor todavía frescas en la memoria colectiva por el tsunami de 2004, el mar volvió a arrasar y, para colmo, el volcán Merapi decidió despertar casi al unísono. Indonesia vive días terribles.
Me lo recalcaron bien: «No mires hacia arriba con insistencia; hazlo con disimulo, con el rabillo del ojo. De lo contrario, notarán enseguida que eres del campo». Ahora mismo no puedo precisar qué edad tendría cuando recibí ese «sabio» consejo, que solo impidió que me enamorara de un golpe de una ciudad que todavía hoy me cautiva.
HAITÍ vuelve a acaparar titulares. Es triste afirmarlo, pero esa empobrecida nación solo ocupa grandes espacios mediáticos cuando se recrudece la tragedia que viene arrastrando por siglos. Ya sea por los ya casi incontables desastres naturales que la han azotado, por desequilibrios internos o, como ahora, por la terrible epidemia de cólera que la flagela. En menos de un año un terremoto y un brote del mortífero virus. Con solo meses de diferencia vuelve Haití a sentir el triste sabor de la muerte.