Con una humildad señorial Pepe no se cree «tan héroe», solo trató de evitar que los suyos, esos que lo vieron crecer, no tuvieran una tragedia. Autor: Mayliovys del Toro Terrero Publicado: 31/10/2024 | 07:00 pm
En la comunidad de La Trilla, en Yacabo Abajo, Imías, el nombre de José Núñez Lobaina resuena con un eco de gratitud y admiración. Aunque todos lo conocen simplemente como Pepe, su historia se mezcla con la tragedia y la valentía que emergieron durante la furia de la tormenta tropical Oscar.
En la madrugada del 21 de octubre, cuando las intensas lluvias transformaron el arroyuelo que baja de la montaña en un monstruo voraz, Pepe se convirtió en un salvavidas para sus vecinos.
Los relatos de aquella noche son desgarradores. Los pobladores cuentan cómo el río Pozanco, desbordado, se llevó consigo la calma de la comunidad. En medio del caos, Pepe no dudó en lanzarse a las aguas turbulentas. «No tengo habilidades para la pesca», dice con humildad, «solo sé trabajar duro en el campo y en mi profesión de farmacéutico». Sin embargo, en ese momento crítico, su instinto de protección brilló sobre cualquier título o destreza.
No fue fácil encontrarlo para conocer de sus proezas durante las inundaciones provocadas por el ciclón, a pesar de que La Trilla es una comunidad pequeña.
Primero colaboraba en la distribución de comida donada por la iglesia, a las personas mayores, a los más necesitados, luego entregaba casa a casa medicamentos llegados desde el municipio, hasta que coincidimos en el consultorio del médico de la familia, donde junto a otros brazos jóvenes sacaba palas de fango, traído por la fuerza de las aguas.
Con una humildad señorial no se cree «tan héroe», solo trató de evitar que los suyos, esos que lo vieron crecer, no tuvieran una tragedia, relata mientras se quita la gorra y baja la mirada.
«Fue una madrugada muy dura, el arroyo que habitualmente baja de la loma, en tiempos de lluvia, se volvió un torrente imparable. Llovió muchísimo en muy poco tiempo, y la angustia se apodera de su voz al rememorar cómo salió de su hogar para rescatar a su vecina. La llevé a un lugar seguro junto a mi esposa, mi hijo y otros vecinos», señala, apuntando hacia una pendiente lejana.
«Vuelvo nadando hasta la casa de mi papá, que está postrado y ya tenía el agua al cuello»… hace una pausa, y continúa, «fue muy difícil llevarlo hasta donde estaban los demás, pero logré salvarlo». Sin embargo, su determinación lo llevó a regresar una vez más al peligro para salvar a quienes aún «estaban atrapados.
«Encontré a tres personas: una ancianita de 103 años y sus dos hijas. Estaban en la cocina, ya la casa estaba inundada casi hasta el techo, que era de donde se estaban sujetando, solo tenían sus cabezas fuera del agua, narra mientras pasa las manos por su rostro como para olvidar aquella escena tan triste.
«Busqué rápido a un compañero, y con una soga las pudimos sacar. Cuando vamos saliendo de ahí, a los dos minutos, aproximadamente, hubo un deslizamiento de tierra y todas esas viviendas quedaron sepultadas, si nos hubiésemos demorado un poquito nada más, estuviéramos bajo esos escombros».
Núñez aún no ha tenido tiempo para procesar completamente los bienes materiales que perdió luego del desastre provocado por Oscar. Sus vecinos hablan de todos sus chivos, y la moto, que quedaron bajo el lodo, pero él priorizó la vida de los demás. (Tomado del periódico Venceremos)