Carismático como el mismísimo Víctor Mesa, el gigante Pedro Luis Lazo deja un vacío tremendo al despedirse hoy del béisbol cubano. Siento que se va el mejor pitcher de la pelota revolucionaria.
Todas las mañanas —narran los Grimm— una bruja malvada acudía a la casa de chocolate en el bosque y le ordenaba a Hansel que sacara el dedo por una hendija. Si había engordado, el niño estaba listo para ser asado con una manzana en la boca y debidamente almorzado.
MI único gran hallazgo meteorológico data de cuando descubrí que los vientos de Cuaresma no eran buenos para empinar papalotes: volteabas la cara un segundo y de pronto aquella armazón de papel y güin o madera esmirriada se descomponía entre las ramas de cualquier árbol, los cables eléctricos o se iba a bolina.
Definiéndolas por lo menos escabroso, las distorsiones surgen a veces cuando la insensatez se convierte en un puente entre lo que queremos ver y lo que en estricta racionalidad debemos ver. Por ello, la experiencia sugiere que a veces lo más evidente es lo menos visible. La rutina suele escamotearnos el paisaje o el sentido más práctico de las teorías.
CARACAS.— La advertencia está hecha: «No les vamos a permitir a estos enloquecidos señores de la extrema derecha que lleven a Venezuela al caos». Así lo dijo el lunes el presidente Hugo Chávez, al exhortar al pueblo a mantenerse alerta ante cualquier intento de crear situaciones que atenten contra el orden constitucional con la intención de derrocar al Gobierno bolivariano.
La avalancha de noticias de las últimas semanas no me impidió detenerme, por su evidente significación, ante el reporte sobre una cubanita, Lisandra Cutiño, tunera por más señas, que fue proclamada ganadora del Concurso Iberoamericano de Ortografía, celebrado en Uruguay, porque tal resultado demuestra que si bien aludimos a una asignatura todavía pendiente en nuestro país, de ninguna manera puede considerarse perdida.
Guardo mágicos recuerdos de mis maestros. Aprendí a leer y a escribir cuando aún no había concluido el preescolar gracias a la paciencia y a la entrega de mi maestra Tomasa, y luego, en todos mis cursos posteriores, me sentí orgullosa de Zenaida, Irma, Margarita y de todos quienes me enseñaron los números y las letras, a trabajar en el huerto, a preparar actividades culturales, a declamar, a compartir, a cuidar la escuela que, a solo seis escalones de mi casa, hoy todavía miro y añoro transitar por sus pasillos.
«Madre es madre, aunque sea de vinagre», dice la rima refranera. Y cuando observo al malcriado Marruecos durmiendo tranquilo en el regazo materno de la Unión Europea (UE) —que a veces regaña, pero que lo ama entrañablemente—, aprecio que la sabiduría popular da en el clavo más que lo que se cree…
Dora. Que de cada juguete, o crayola hacía un cuento, y con el cuento nos enseñaba un bien, en esa edad en que bueno y malo, bonito y feo, distante y cercano... son los únicos valores reconocibles de las cosas.
Tal vez me den la razón aceptando que el momento resulta favorable para repasar ciertos lugares comunes de nuestro convivir. Y uno de estos se refiere a que los seres humanos ponemos usualmente en el mañana los propósitos más constructivos y soslayamos que lo básico del ser es existir y persistir en el presente. Porque el aplazamiento es solo una precaria garantía de que mañana habrá continuación.