Para sacar bien las cuentas sobre lo que nos cuestan ahora los productos agrícolas debemos evitar analizarlos tomando solo en consideración los precios máximos a pagar, como hacen muchos.
¿Cuándo se acabarán las colas en Cuba? Probablemente, al leer la pregunta, la respuesta de muchos será un «¡Ah!, tú estás loco»; mientras que otros quizá inclinen la cabeza y encojan los hombros para murmurar lo increíble de esa posibilidad.
«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí» Augusto Monterroso
Parece que alguien le estuviera dictando cada paso. Ella siempre sabe qué hacer y no tiene ni la más mínima experiencia en esas lides. Pero se lanza, lo inventa, vence. Ya nadie puede ganarle en tal labor. Da igual que la rodeen experimentadas parteras, comadronas de las más duchas o madres de las centenarias: como ella no lo hace nadie. Es su primer hijo, se estrena en el arte de la maternidad, y ya puede alardear de todo un doctorado.
No me gustan los frijoles. Detesto la malanga. Soy emigrante y procedo de una familia de emigrantes. Solo mi padre había nacido en La Habana. Cubano hasta la médula, a pesar de haber vivido en otros países durante muchos años, quiso dejar sus huesos en esta tierra y, por suerte, lo logró.
Herederos de anteriores generaciones de cubanos, dadas a asumir y conquistar retos, los jóvenes reunidos en el Movimiento Cubano de Excursionismo y los grupos que lo constituyen se han propuesto vencer las mayores elevaciones de cada provincia.
La reducción de precios de un grupo de productos alimenticios desencadenó un burujón diverso de criterios, pero la mayoría admitió que era un paso imprescindible hacia el empeño de revalorizar el peso cubano.
Desde que somos pequeños una de las primeras fechas que grabamos es la del cumpleaños. Ya sea por la nueva edad, la fiesta o los regalos, siempre anhelamos su llegada los restantes 364 o 365 días del calendario. Cuando crecemos la fecha cambia de tonalidad y comienza a preocupar a quienes temen por la aparición de las primeras canas o la llegada de los temidos «tas». Para otros, sin embargo, deviene recordación de los mejores momentos y las personas que los hicieron posible con su compañía.
En los avatares del pueblo con no pocos organismos y entidades, en esa madeja de inconformidades y reclamaciones, de algunos peloteos y angustias, se encuentra una modalidad que —a fin de cuentas y como se dice por la calle— es una manera sutil de dar un esquinazo. Nos referimos al maltrato «educado».
¡Oh qué luz tan distinta/ la de la vida,/ y solo entonces, sí,/ qué luz tan distinta/ la de la muerte!