No caliento dudas. Y por tanto asumo las consecuencias. Si fuera c...
Las verdades que el inglés John Le Carré denunció en su novela El jardinero fiel (The Constant Gardener), llevada al cine por Fernando Meirelles, retumban más que nunca hoy en África, a la que muchas empresas farmacéuticas ven como el establo o el campo de concentración donde probar sus proyectos de medicamentos, aunque pongan en peligro la vida de muchos inocentes. En un continente donde es común que personas mueran de sida, tuberculosis, cólera o paludismo, ¿qué más da que perezcan unos cuantos por ensayos clínicos?, piensan las macabras mentes.
«¡¿Dieciséis hijos tuvo tu abuelita?! Claro, en aquel entonces no había televisión...».
Hace algo más de una semana, al vuelo 438 de Air France se le prohibió volar sobre cielo estadounidense porque en él viajaba el periodista colombiano Hernando Calvo Ospina, quien, sin saberlo, figuraba en una lista de pasajeros indeseados, («presuntos terroristas») en Estados Unidos por el simple pecado de escribir libros, o mejor, por decir la verdad.
Las denuncias de imperfecciones expuestas en los medios de prensa naufragan en ocasiones al siguiente día de publicadas, porque los responsables de enfrentar el problema callan y, al hacerlo, asumen un silencio cómplice.
Cuando en misión reporteril visité y recorrí en parte el distante y vasto Afganistán en guerra, hace cerca de dos décadas, el entonces embajador cubano allí, Manuel Penado, me ilustró sobre las complejidades del país asiático, con una observación sorprendente y al mismo tiempo reveladora. Todavía superviven en intrincadas áreas montañosas grupos que pelean contra el rey, me dijo, casi diez años después de que la monarquía había sido derribada.
Parapetado en la base del monumento a José Martí, el periodista desfila una y otra vez con sus propios ojos. Esa mirada, terca en cazar detalles, descubre en la muchedumbre —que luego alguien resume en una aburrida cifra— la manera muy personal con que cada quien asume su Primero de Mayo.
Quien desee admirar «El rapto de las sabinas» (1799), aquel famoso lienzo de Jacques-Luis David, en el que su pincel trazó las figuras de romanos y sabinos enredados a lanzazos, disputándose las mujeres de los segundos, tiene dos opciones: consultar un buen libro de artes plásticas, o visitar el Museo del Louvre, donde reposa el original (la primera opción es más factible, por cierto).
Poco menos de ocho años restan para que en el verano de 2016 una urbe de este planeta acoja la edición número 31 de los Juegos Olímpicos modernos. Sin embargo, desde ahora, dos de las cuatro ciudades que luchan por obtener este privilegio enfrentan no pocos quebraderos de cabeza en la carrera por la sede.