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La moda a mis pies

«Estimado JAPE, he visto con inevitable sorpresa que se ha convertido en moda usar botas de agua de los más diversos colores y diseños, con impresionantes precios, pero que no dejan de ser un calzado creado para trabajar y evitar así que la humedad llegue a nuestros pies

 

Autor:

JAPE

Mi amigo Floro nuevamente vuelve a llamar mi atención desde una interesante carta que denota inquietud ante un tema que parece intrascendente, pero que realmente no lo es y por eso lo comparto con nuestros queridos lectores:

«Estimado JAPE, he visto con inevitable sorpresa que se ha convertido en moda usar botas de agua de los más diversos colores y diseños, con impresionantes precios, pero que no dejan de ser un calzado creado para trabajar y evitar así que la humedad llegue a nuestros pies.

«Esto me ha hecho pensar en tiempos atrás, cuando mi hija Florita era una adolescente y al cumplir 15 años quería de regalo un par de tenis Converse, que no era más que una copia, con diseño renovado, de aquellos tenis que nos daban para ir a la escuela al campo y que cariñosamente llamábamos rompehielos. Claro está, los llamados Converse costaban casi lo mismo, o más, que la fiesta, las fotos y los vestidos… por suerte le dimos a escoger y solo hubo que comprar las brillantes zapatillas.

«No estoy en contra del progreso o la moda, pero no sabes cuánto me satisface pensar en que, como dice el viejo tema de Varela, a las fiestas íbamos con botas; y lo linda que se veían nuestras amigas calzando aquellas llamadas chancletas huaraches, de cuero y suela de neumáticos viejos, que nuestros artesanos hicieron muy populares».

Querido cofrade, no soy amigo de comparaciones, ni de tratar de imponer criterios y soluciones a partir de antañas vivencias. La moda, el márquetin, el consumismo… lamentablemente rigen la vida moderna, en este momento, y al parecer por mucho tiempo. Por supuesto que también habrá un precio que pagar.

Existe un filme de 2006, dirigido por Mike Judge (reconocido realizador que a principios de este siglo era llamado el rey de la comedia underground), y protagonizado por Luke Wilson y Maya Rudolph, titulado Idiocracia, que habla de cómo seríamos dentro de cinco siglos teniendo en cuenta el comportamiento humano actual. Aunque el filme se encierra en la sociedad norteamericana, no creo que el resto del mundo esté exento a este llamado.

En dicha película, Mike Judge pidió que el calzado futurista fuera ridículo, algo acorde con las mentes que reinaban aquel supuesto entorno. Según afirmaron los productores, «se necesitaba que la gente llevara unas zapatillas absolutamente estúpidas, un tipo de calzado que solo había que ver para echarse a reír. El diseñador de arte encontró una fábrica que distribuía un calzado feísimo, raro, imposible y, además, plástico. Con el poco presupuesto que tenían para el filme, esos zapatos eran ideales, tendrían su momento de gloria apareciendo en la película y se hundirían en el olvido y la mediocridad después.»

Ese calzado, que todos conocieron por Crocs (cocodrilos) y que también conocemos por zapitos, cocos… Sí, esa chancleta redonda, casi grotesca, se ha popularizado tanto que, según estadísticas mostradas, hubo un momento en que se vendían unas Crocs cada cuatro segundos, o sea, 115 millones al año. En la actualidad, esta marca de calzado, que incluye botas, cuenta con cientos de diseños, y altos precios. Para el buen entendedor, no hace falta comentar más. Quizá ese futuro que nos anuncia Idiocracia no está tan lejano. Igual, amigo Floro, quiero dejar claro dos cosas: las chancletas huaraches no eran baratas y las Crocs son muy cómodas.

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