En la ciudad de Santa Clara hay dos calles céntricas, en el mismísimo corazón histórico, que son escenario de un desafío a la autoridad a la vista pública, un mal ejemplo que recuerda a cada instante, a pleno sol o a plena luna, el impune desconocimiento de la ley.
«Es lo que está establecido». La socorrida frase, pronunciada desde un buró o un mostrador por algún funcionario o un simple empleado, cierra puertas y esperanzas como un dogma inapelable. Tiene una variante gemela: «Eso viene de arriba». Es la negativa rotunda y ciega, erigida sobre armazones legales e institucionales. Como para que dobles la esquina con tu drama y no insistas más en el reclamo.
Por estos días participamos en un ejercicio sugerente.
Se van, emigrantes económicos, con la expectativa, casi siempre exagerada, de que sus vidas materiales mejorarán radicalmente, y los que abrigan la más extrema de las fantasías para capturar el místico y elusivo «sueño americano». Emprenden el incierto viaje, a veces arrastrados a peligros inminentes, y peor aún arrastrando a familiares queridos. Se trata, pudiera decirse en principio, de un acto libre. Pero el ejercicio de la libertad es ante todo y sobre todo un comportamiento responsable sustentado en la disponibilidad de toda la información suficiente para adoptar decisiones racionales. Y en este punto nuestro José Martí continúa iluminando: «ser culto para ser libre».
Un 11 de abril, hace 114 años, desembarcaba en tierras guantanameras José Martí, en unión de Máximo Gómez y otros patriotas, para combatir en la «guerra necesaria» que convocó y organizó hasta hacerla posible. Al rendir homenaje a este acontecimiento y a la memoria del Apóstol subrayamos la necesidad de iniciar el momento de filosofía a que nos ha llamado su mejor discípulo, el compañero Fidel.
La joven de 17 años grita. Su cuerpo recibe una brutal paliza y al espectáculo asisten decenas de personas que permanecen impávidas. Sus tres agresores se ensañan. Uno le sujeta los pies y otro la cabeza y un tercero, con barba negra y turbante, la flagela con una correa de cuero.
Como en el ajedrez, donde el rey prefiere enrocarse a tiempo para evitar un ataque sorpresivo que termine por sacarlo del tablero, así, en tiempos de crisis económica, algunos gobiernos mueven piezas.
He dicho que soy periodista que lee a periodistas. Por lo cual me resulta casi imposible juzgar a mis colegas desde el prejuicio, esa técnica de evaluar, definir, calimbar por rumores o por simple suposición. Acabo de leer un libro, más bien, lo he releído esta semana, aunque como volumen impreso solo tiene aproximadamente un mes.
Uno de los peores dramas de la emigración africana tuvo lugar a inicios de este mes, cuando cientos de africanos salieron de Libia con destino a Europa en busca de sus sueños: un buen empleo, un país donde no se sienta, ni de cerca, la guerra, y la posibilidad de enviarles a sus familias unos euros que les garanticen la supervivencia. Pero como sucede casi siempre, estas historias no tienen finales felices, y esta vez, a muchos les tocó hundirse con sus sueños en las aguas del Mediterráneo.
Pienso que nuestro diario de la juventud cubana, Juventud Rebelde, es el vehículo indicado para desarrollar un diálogo sistemático de generaciones en el que participen quienes traemos la experiencia vivida en el siglo XX y los que vivirán bien entrado el siglo XXI: existe la necesidad de ese diálogo entre dos siglos.