Segundas partes pueden ser mejores. No afirma eso el proverbio, pero es lo que demostrará la realidad en Bolivia. Evo Morales asumió ayer otra vez el bastón de mando ungido no solo por la divinidad de los dioses, que invocaron los sacerdotes aymaras cuando lo purificaron con agua y después con fuego ante las ruinas de la precolombina Tiawanacu. También lo bendicen los millones de bolivianos que hace un mes volvieron a darle el voto y una victoria tan aplastante que acabó de espantar todos los demonios. Ellos ayudaron a desbrozar el camino acabando la maleza durante los muy difíciles cuatro años anteriores, en pos de una refundación que, así, ya tiene plantados los pilares.
No, no voy a hablar aquí de La Jungla, la obra de Wifredo Lam, sino de otra, la de asfalto en variante de tránsito.
«Esto lo arreglan los americanos o no lo arregla nadie». Fue eso lo que dice haber escuchado el corresponsal del diario español El País en Puerto Príncipe, capital mundial del escombro y el lamento en estos días de enero. Hay hambre. Sed. Nervios por los que están sepultados, y por la propia supervivencia.
En este pensamiento de José Martí está la clave para enfrentar las formas de hacer política que necesita el siglo XXI. Enlacémoslo con este otro: «Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre».1
A principios de este mes Washington aprobó la venta de armas a Taiwán. La República Popular China consideró la medida una violación de los acuerdos firmados con EE.UU. sobre el respeto a su integridad territorial y sus asuntos internos y, por otra parte, advirtió sobre las graves consecuencias en la cooperación bilateral. Lo sospechoso de esta decisión estadounidense, pendiente de aprobación presidencial desde tiempos de W. Bush, es que tiene lugar justo cuando Beijing y Taipei muestran prometedores avances en su diálogo. ¿Qué raro, no?
Nadie duda del poderío militar de este país, que se ha usado en incontables ocasiones y nada nos puede asegurar que dejará de usarse en el futuro. Estados Unidos nació, como tal, de una cruenta guerra de independencia contra Inglaterra, y desde aquel momento han sido pocas las épocas en que no ha estado enfrascado en algún conflicto bélico.
Entre escombros, una niña remueve el cadáver de su madre e intenta despertarla con sollozos, en un Puerto Príncipe trucidado por las revanchas de la Madre Tierra. De aquí para allá, los sobrevivientes al sismo del pasado 12 de enero vagan sin sentido, y buscan esquirlas de vida como zombies. Rastrean a sus familiares desaparecidos bajo montañas de sufrimientos. La lista de los muertos aumenta por minutos: Ya son decenas de miles y quién sabe hasta dónde llegarán los despojos de quienes hoy son apenas guarismos de la mala suerte.
Esta mañana nos despertamos con las réplicas alrededor de las 5 a.m. Una vez más, los temblores se reunieron con el canto. El canto es casi tan contundente como los sismos. Ellos todavía están cantando ahora con toda su fuerza - ¡Aleluya!
Muchos intelectuales cubanos han coincidido en reconocer la obra literaria y política de Rubén Martínez Villena como una de las más prolijas y adelantadas dentro del panorama insular de las primeras décadas de la seudorrepública.
Todo un contrato de estímulo. Eso ha recibido Boeing, el gigante de la industria bélica, cuando se le asignaron 15,9 millones de dólares para limpiar un arroyo del Río Los Angeles en el Valle Simi.