Nadie duda del poderío militar de este país, que se ha usado en incontables ocasiones y nada nos puede asegurar que dejará de usarse en el futuro. Estados Unidos nació, como tal, de una cruenta guerra de independencia contra Inglaterra, y desde aquel momento han sido pocas las épocas en que no ha estado enfrascado en algún conflicto bélico.
A pesar de que, en realidad, el ciudadano americano promedio es un hombre pacífico y trabajador que se sumerge en su sociedad de consumo y poco le interesa la vida de los demás, no han sido así sus gobernantes, quienes sí han mantenido, a través de la historia, una política imperial constante, inmiscuyéndose en la vida de otras naciones y dictando pautas como si fueran los elegidos de los dioses en este planeta Tierra.
Mi amigo, el profesor Nelson Valdés, me envió una serie de enlaces de internet del Ministerio de Defensa de Estados Unidos, cuyos datos sobre el poderío militar son verdaderamente impresionantes. Vale la pena compartir algunos.
Las fuerzas armadas son dueñas de 539 000 locales, tales como edificios, almacenes, etc., de los cuales 183 799 están fuera del país y tienen un valor de más o menos 157 000 millones de dólares. Poseen, además, 5 570 sitios militares que ocupan alrededor de 29 millones de acres de terreno (120 000 kilómetros cuadrados), más que toda la extensión del territorio de Cuba o la República Popular Democrática de Corea. Sin contar las bases secretas, tienen, fuera del territorio continental norteamericano, 837 bases en 150 países de los 192 que existen en el mundo. El personal militar es de dos millones y medio con un presupuesto estimado para el año fiscal 2010 de más de 630 000 millones de dólares.
Esas y otras cifras más que aparecen en el sitio de internet son realmente escalofriantes. ¿Para qué necesita EE.UU. esa inmensa riqueza militar? ¿Para combatir el terrorismo?
Se ha comprobado una y otra vez que ese no es el caso. El terrorismo no se combate teniendo bases militares regadas por todo el globo terráqueo; al contrario, las secuelas dejadas por muchas de esas bases son, en parte, causantes de que se creen condiciones favorables para el desarrollo de células terroristas. ¿Qué han logrado en contra del terrorismo los miles y miles de soldados norteamericanos desplegados alrededor del mundo? Nada. No lo han logrado ni tan siquiera en los países en donde por los últimos años han estado enfrascados en combate, como es el caso de Iraq y Afganistán.
Los millones de soldados sobre las armas y los billones de dólares que se gastan anualmente para mantener ese poderío militar no han evitado ni uno solo de los actos terroristas que han ocurrido en el territorio nacional, ni alrededor del mundo.
Entonces, si no sirven para evitar las acciones terroristas dentro o fuera de Estados Unidos, ¿para qué sirven?
¿Prepotencia imperial? El presidente Barack Obama afirmó al recibir el premio Nobel de la Paz en Estocolmo que este país estaba enfrentando una guerra contra el terrorismo.
Es verdad que los terroristas no descansan buscando la forma de hacerle daño a esta nación. Pero regando el mundo con bases militares e invadiendo países lo único que logra es echarle más leña al fuego. Mientras más ciudades sean bombardeadas y más civiles sean víctimas de esos bombardeos, más se engrosan las fuerzas contra esos actos. La violencia genera violencia. No se puede ir por el mundo acusando a pueblos enteros de ser posibles terroristas porque eso solo crea odios irreconciliables. El atentado terrorista contra el edificio federal de Oklahoma (19 de abril de 1995) demostró que no hay que nacer en ciertos países para serlo.
Todos esos impresionantes datos sobre las riquezas de las fuerzas militares de Estados Unidos de poco sirven para combatir a los que el presidente afirma que hay que combatir.
Es verdad que las causas del terrorismo son bien complejas y muy difíciles de extirpar, pero si Estados Unidos, dejando atrás su política imperial, retirara todas esas bases en el extranjero y, digamos, dedicara solo una cuarta parte de esos gastos a crear un verdadero organismo antiterrorista internacional, que funcione como debe ser, quizá lograran controlar, aunque no eliminar del todo, las acciones terroristas. En tanto, me temo que esa supuesta guerra seguirá, autoalimentándose, hasta el fin de los siglos.
*Periodista cubano radicado en Miami