El fin de año constituye un acontecimiento trascendental dentro del almanaque y se aguarda en el mundo de maneras muy heterogéneas y curiosas. Todo depende de la cultura, idiosincrasia y fantasía de su gente. Aquí les van algunos botones de muestra.
Una lectura fallida y una interpretación errónea del periodismo pueden conducir hacia la ilusión de que los hechos noticiables son como fugaces cometas solitarios que se consumen solo como pan del día y al siguiente se borran, se olvida, sin digerirse. Por el contrario, apenas son fragmentos eslabonados de procesos muchos más amplios, cuyos orígenes y consecuencias predictibles merecen toda nuestra atención, si se aspira a una sociedad bien informada.
La nueva ronda de negociaciones entre la República Popular China y la isla de Taiwán (esa otra parte de su territorio), cerró este 2009 el ciclo de 365 días en que ambas partes han apostado por el entendimiento, la cooperación y la paz. No pocos obstáculos y desconfianzas han debido sortear a lo largo de este período. Sin embargo, los avances son innegables. El pueblo, el mismo más allá de la franja de mar, cuenta beneficios.
Los congresistas de Miami, Lincoln y Mario Díaz Balart están «bravitos» con el congresista puertorriqueño por Chicago, Luis Gutiérrez. El motivo es muy simple. Mientras los anticubanos estaban entretenidos mirándoles las señas al cácher, el boricua les robó la segunda base.
Antes de ir a la escuela y aprender a leer, ya escuchaba las novelas de Radio Progreso. Mi madre me ponía a dormir la siesta y se acostaba a mi lado para reposar un poco, en compañía, a un volumen muy bajo, de las voces de los melodramas que encendían mi imaginación y que terminaban ahogándose en un abismo con la llegada del sueño.
Un peligro mayor que el que se desprende de las dificultades y los problemas, se cierne sobre los mejores propósitos. Casi estoy excusado de nombrarlo, porque desde hace milenios la especie humana ha experimentado cuánto de peso muerto lleva la actitud de los que se arriman a la orilla para ver qué pasa y qué me toca, o qué hacer para evitar que algo pase.
A pesar de su limitada disponibilidad en las entrañas del planeta, para los seres humanos existe un recurso más preciado y necesario que el petróleo: el agua. La cuestión es sencillísima: se vive con ella o se perece. Si faltara algún día este líquido desprovisto de olor y de color, todas las formas de vida estarían condenadas a morir.
Tanto José Martí como Fidel Castro han subrayado que el cumplimiento del deber nos hace contraer como nueva responsabilidad el continuar cumpliéndolo.
Recuerdo muy bien la impronta de Ana Torres, quien me impartió preescolar. Era de La Habana y viajaba todos los días a Güines a darnos clases. Ya era muy mayor. A ella debo que con casi cinco años anotara en mi memoria que dondequiera que escuche el Himno Nacional debo detenerme y ponerme en firme.
El bullicio de las calles advierte un día normal. Me contó mi hermana vietnamita, Lien Hoang Thi, que el tráfico es caótico en la otrora capital. Decenas de miles de motos abarrotan las calles. Los siete millones de habitantes de Ciudad Ho Chi Mihn, antigua Saigón, van de un lado a otro. La vida transcurre de prisa allí, más porque se trata del centro económico de Vietnam.