Puede que esta pregunta no inquiete a todos los jóvenes de hoy. Quizá algunos se hayan concentrado en otras verdades y preocupaciones también esenciales. Tal vez todavía quedan quienes siguen viendo en José Martí a nuestro Héroe Nacional, un gran poeta, una parte gloriosa de la historia… y nada más. Pero estoy segura de que en estos muchachos que aún no han advertido toda la magnitud de ese sol del mundo moral, cierta espiritualidad martiana sería una buena guía.
Alguien, hace un tiempo, me dijo que yo estaba loco. Que yo era un loco irremediable, y que no había cura para mí. Yo me encogí de hombros, empujé los labios para adelante y achiné los ojos. «Sí, tú eres un loco. ¿A quién se le ocurre eso de hablar con los libros?», y me dejó en mi pose de niño incrédulo.
Ya no se mira frente al espejo en busca de lo que no tiene. Se sabe bella como el resto de las mujeres. Parece una princesa de Nigeria no solo por su color de piel, sino por la fortaleza de su espíritu.
Quisiera habérselo dicho así, como en un poema, para tratar de apelar a sus sentimientos. Pero confieso que no pude. El calor del momento me hizo decirle cuatro o cinco palabras, y en tono más subido. No lo ofendí, pero casi lo merecía.
Venezuela vive el asedio y la violencia de la derecha golpista. Un Golpe de Estado se intenta desde la premeditada agitación de las calles, y la fabricación vergonzosa de las imágenes. Los medios oligárquicos y transnacionales hacen las veces de fuerza de choque de vanguardia. Las redes sociales se usan como escenario para multiplicar el fuego.
Los anticubanos ultraderechistas de Miami están sumergidos en una inmensa crisis de identidad. En realidad, ya no saben a quién más van a atacar, pues terminan encontrándose a ellos mismos. Ya venían perdiendo batallas y más batallas, pero lo que les ha sucedido en lo que va de año, los está dejando como el Gallo de Morón, sin plumas y cacareando.
Como si se tratara de una minucia, sorprende todavía a estas alturas la persistencia de estos hechos riesgosos para la vida. Lo paradójico del caso está en que la solución definitiva depende más del ejercicio de la responsabilidad, que de recursos materiales.
Se ha vuelto recurrente entre cubanos, y me incluyo, la idea sobre la necesidad de que Cuba viva cualquiera de sus actuales cambios siempre atenta a la dimensión subjetiva de cada paso. Entre quienes pensamos la Isla, nos gusta hablar de la trascendencia que entraña «conversar» colectivamente sobre las decisiones que se toman; apostar a elementos tan cardinales como el entendimiento, la voluntad, la motivación, los sentimientos, fuerzas de las cuales depende el éxito de todo propósito.
El cielo, ese lugar intangible e incierto, debe estar de lujo si camino allá va Santiaguito Feliú, quien nos ha sorprendido con este viaje inaudito, tomando como vehículo la expedita vía de un infarto.
En el verano de 1978 estaba en Medellín, Colombia, reportando para JR los XIII Juegos Centroamericanos y del Caribe. Me hospedaba en el céntrico hotel Nutibara, donde cantó Raphael en uno de los días de mi estancia. Recuerdo que la prensa local lo acusó de que se le iban los gallos…