Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Opinión

Miércoles 31 diciembre 1969 | 07:00:00 pm.

Que no ponga el nombre y los apellidos del protagonista no significa que el relato sea irreal. Contarlo ya es casi como faltar al ambiente de confesiones de aquella noche. Así que no me atrevo a develar la identidad de este joven amigo. Tampoco hace falta. Porque puede ser solo su historia, o también la de otros tantos muchachos cubanos. Ojalá fuese así. Ojalá sean muchos los que tengan en mente aquella frase que mi compañero me soltó esa noche. Pero, por miles de historias, sé que esa no es la generalidad.

Miércoles 31 diciembre 1969 | 07:00:00 pm.

Si pudiera decirles quién fue Luis Carbonell… pero ni él mismo lo sabía. No ando buscando palabras. Una madrugada irrepetible, en el salón del aeropuerto Antonio Maceo, me lo confesó: «Yo no conozco a Luis Carbonell, yo aprendo con él, me sorprendo, lo ando descubriendo todavía».

Miércoles 31 diciembre 1969 | 07:00:00 pm.

A veces, el pensamiento se lanza por la pradera fértil como caballo desbocado. La casualidad propone encuentros inesperados y favorece la lectura, coincidente en el tiempo, de distintas fuentes de conocimiento.

Miércoles 31 diciembre 1969 | 07:00:00 pm.

¿Cuánto? Esa es la pregunta recurrente, arete labial, que les cuelga a quienes sopesan, miden, estiman la vida en el volumen del bolsillo o la cartera. Son como personajes de Balzac: indiferentes e inescrupulosos. Prefieren el dinero como metáfora del mal. Cumbre de la tentación. Excreta de la noche. Y estiércol del diablo, como lo tildó el acidulado Giovanni Papini. Con el dinero financian las elucubraciones armamentistas, sufragan las guerras, pagan a la prensa «napoleónica» con la cual, de haberla concebido, el Gran Corso nunca hubiera perdido la batalla de Waterloo. Mas, seamos justos: también el dinero impulsa la resistencia, sostiene las revoluciones, extiende la solidaridad, incluso la caridad. Y opera como medio de relación y signo distributivo. Todavía la sociedad no le ha hallado un sustituto racional, práctico.

Miércoles 31 diciembre 1969 | 07:00:00 pm.

La intensidad y el poder de creación son virtudes que no dejan de asombrarme siempre que vuelvo a la vida de ese muchacho llamado Julio Antonio Mella, nacido en La Habana el 25 de marzo de 1903.

Miércoles 31 diciembre 1969 | 07:00:00 pm.

Uno no ha llegado a Hiroshima y ya el alma se dispone para un estremecimiento demasiado intenso. El avión aún no aterriza y se sabe que vamos a un santuario de la paz, de lo que no puede volver, de lo que no cicatriza, de lo que agobia con ese pesar agudo que solo se siente ante lo doloroso. Es como llegar a una pausa en la historia; es como si aquí el mundo se detuviera para decir «¡Lo siento!», en nombre de una humanidad invisible.

Miércoles 31 diciembre 1969 | 07:00:00 pm.

Una no se muda de casa de una vez y para siempre. Es un proceso largo, de adaptaciones, crueles a veces, hermosas a ratos; un ir y venir de costumbres y emociones, aun más tremendas si la que se deja detrás es la casa de la infancia, donde queda la habitación con las mil y una cosas que no tienen una utilidad definida en el nuevo espacio.

Miércoles 31 diciembre 1969 | 07:00:00 pm.

El ser humano, como definiera Aristóteles, es un animal político; por eso insisto nuevamente en la necesidad de martillar nuestras conciencias para movilizarnos contra los ataques de ese poder dadivoso y engañoso que, a simple vista, no se ve: la guerra cultural y simbólica del imperialismo a escala global.

Miércoles 31 diciembre 1969 | 07:00:00 pm.

CARACAS.— No está distante el día (26 de febrero) en que el prestigioso pensador y luchador venezolano José Vicente Rangel afirmara desde su espacio televisivo de los domingos que «es tal la magnitud de la conspiración contra Venezuela en los actuales momentos, que se puede afirmar sin riesgo a la equivocación que esta actividad excede la que se ha dado a través de la historia, en otros casos».

Miércoles 31 diciembre 1969 | 07:00:00 pm.

La aparición de Corín Tellado, en aquel lejano entonces, me colocó al borde de la quiebra. Ganaba mis centavos traduciendo media revista Vanidades. A los consejos médicos, las noticias de la moda y temas de maquillaje, se añadía lo más jugoso: las versiones de novelas rosa publicadas por revistas francesas dirigidas a las mujeres. Trabajaba por cuenta propia. Solo debía entregar la tarea en tiempo y forma. Utilizaba el horario que mejor se aviniera a mis restantes compromisos intelectuales. Con el triunfo de la Revolución, me inicié en la disciplina impuesta por la vida institucional. Marcaba el reloj a las ocho de la mañana en la Biblioteca Nacional y terminaba mi jornada en la Universidad, ya bien entrada la noche.