Los gobernantes de Estados Unidos han tropezado con la misma piedra a lo largo de su historia. Su memoria es muy corta o se las recortan, y olvidan las aplastantes derrotas militares que les propinaron, primero, en su invasión a Cuba por Playa Girón en 1961, y 14 años después en su sangrienta guerra contra Vietnam, las dos casualmente en el mes de abril.
Iba pedaleando por una avenida cuando vio venir súbitamente, sobre su cara, el hocico del animal. Por un momento se pensó arrollado, pisoteado por los cascos del caballo.
Ni Julian Assange ni Wikileaks pasarían inadvertidos en un recuento de los acontecimientos de los últimos diez años. El informático australiano se ha convertido en nombre recurrente pese a su compleja personalidad, que lo hace querido y odiado por igual: para algunos es paladín de la libre expresión, mientras otros lo consideran un hacker molesto que un día decidió publicarlo todo… o casi todo.
Historiadores y políticos subrayan que Cuba ha tenido una sola Revolución, una idea exaltada el jueves último durante la conmovedora sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular en que se proclamó la nueva Constitución de la República.
Soterrados, invisibles, los cimientos sostienen las casas pequeñas y los edificios mayores. Tras la imagen deslumbrante que se muestra al exterior subyace un duro trabajo anónimo de lo que permanece oculto. De la misma manera, la formación de las generaciones en crecimiento se decide en las primeras edades del escolar. Junto con las bases de la instrucción, en esa etapa se adquieren el sentido de la responsabilidad ante la vida y la tarea. Se forja también la cultura del detalle, puntos de partida ambos para el desempeño del oficio que habrá de tocarnos una vez llegados a la temprana madurez.
«La civilización mercantilista se adueña del mundo de manera impresionante. Todo es mercancía. La belleza, el amor, la fortaleza física… y se va perdiendo la esencia de la relación humana».
Si algo necesita Cuba ahora es mirar los espejos; esos que, por encima de todo, nos descubren el alma y nos hablan de las marcas en nuestra piel histórica.
Por una entrega en la cual no se escatimó esfuerzo alguno —en la que cuando hizo falta echarlo todo al fuego en nombre de la libertad se hizo—, por creación incesante, incluso por lo insondable y misterioso de la poesía, ha estado nutrido el hilo que une nuestros primeros arrestos por la emancipación y estas horas que marcan la Cuba actual.
Miércoles 3 de abril, un día triste para las letras cubanas. La Doctora en Ciencias Filológicas, la profesora titular y consultante de la Universidad de La Habana, la miembro de la Academia de Historia, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la sección cubana de la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe, nos dice adiós. Ana Andrea Cairo Ballester, o más conocida por todos como la profe Ana Cairo, deja un legado importantísimo en la literatura cubana, pero sobre todo en quienes tuvimos el placer de ser sus alumnos.
¡Quijo, Quijo, el Quijo!, pregonaban los vendedores en nuestras calles. La recién creada Imprenta Nacional se estrenaba con una tirada masiva de Don Quijote de la Mancha. Eran cuatro tomitos por un peso. Con el clásico de Miguel de Cervantes se iniciaba un proceso de transformación cultural de amplia repercusión en la vida del país y en el entorno del trabajo intelectual de nuestros escritores.