El diccionario de la Real Academia Española especifica que especial, como adjetivo, es lo singular o particular que se diferencia de lo común o general. Para los cubanos este término tiene además una connotación que en ningún caso nos lleva a lo malo; lo especial, para nosotros, siempre es lo mejor.
Aquel pizarrón viejo era una tentación, un llamado a la maldad. Su apariencia nos asustaba como si fuese un grito público. Medio solo, abandonado a una suerte imprevista, casi sin bordes, bastante magullado por sus orillas, con un verde arrepentido y pálido de fondo que desesperanzaba a cualquiera.
En momentos tan graves como los actuales, en los que incluso el porvenir de la familia humana aparece comprometido como consecuencia de las diversas crisis y las difíciles coyunturas que la acechan a no tan largo plazo, la idea martiana del equilibrio del mundo, una de las claves de su pensamiento profundo y de largo alcance, debe convertirse —a la vez— en inspiración y enseñanza.
Algunos vaticinaron su fracaso. Decían que aquel «invento» en medio de las lomas no iba a generar interés público ni ganancia alguna, y que aquellos bondadosos guajiros no podrían sostener la iniciativa, emprendida con personas ajenas a las montañas.
La derecha venezolana no se cansa de buscar la forma de destruir la Revolución Bolivariana que lidera Hugo Chávez Frías. Han tratado con el golpe de Estado, con el paro petrolero, con la enfermedad del Presidente, con el boicot, las conspiraciones, las especulaciones, las campañas mediáticas y más de una decena de veces en los colegios electorales. No pueden con el Comandante Chávez y su Revolución y se llenan de frustración, odio y sed de venganza.
Tarde de enero en Santa Clara, aunque parece agosto. No hay siquiera amenazas de frentes fríos ni de al menos una agradable temperatura que nos alivie por sorpresa la sostenida canícula de esta ínsula tropical. Se suda en las calles de una ciudad con muchas vías estrechas y aceras que apenas permiten el paso de solo un transeúnte.
Siendo excesivamente benignos al juzgarla, la «vieja mentalidad» se ha caracterizado, entre otros rasgos, por considerarlo todo inamovible, expuesto a la alternativa máxima de los extremos. Y en ese software mental tan rígido y presuntuoso, también irresponsable e irracional, el facilismo es el modo de adecuarse al estrecho espacio que otra época y otras estructuras condicionaron.
Cuando a 2012 apenas le quedaban unos golpes de reloj, se me antojó idear mi propio memorando para 2013, una serie no meticulosa pero sí amplia de objetivos.
Cuando los almendros necesitaban curarse de miedos por una posible tala a manos de insensibles, allí estaba ella, defendiendo la vida de los tallos y las ramas porque de pequeña supo que existen latidos más allá de los humanos.
Hace días emprendí el camino al cercano parque infantil del que tantas veces disfruté, cuando niño, en compañía de mi madre. Y ¡qué lastima!: cuando pasé cerca del tiovivo —ese aparato que inevitablemente marea y fascina a los más pequeños—, supe que el guardaparques, nuestro «tío» de siempre, como lo llamábamos, había fallecido.