Pudiera parecer un cuento que la poliomielitis sea capaz de sojuzgar a niños en pleno siglo XXI. De origen viral y altamente contagiosa, ella causa terribles secuelas infantiles (como las parálisis, y hasta la muerte).
Hay quien miente a los niños para que se comporten de una manera adecuada; a la pareja, para que los celos no conviertan en serios conflictos cualquier simple incidente callejero; al enfermo, para que no sufra más, al tener conciencia real de la causa de sus síntomas; al jefe, con el fin de que no se percate de la incapacidad de un subordinado para cumplir sus deberes con eficiencia…
No había escuchado el término hasta que un compañero de aula, en el mismo primer año de la Universidad, lo soltó: ¡Chicharrones!
No he podido sacar una patente. El oficio que quiero no aparece en las leyes oficiales que permiten el trabajo por cuenta propia. Mas, a pesar de todo, insisto en abrir un taller para la reparación de los abrazos, y cierro los ojos y me imagino cómo sería si pudiera colocarlo en la calle principal de mi pueblo.
Conocí a Virgilio desde que comencé a visitar la redacción del semanario Pionero en Juventud Rebelde. Pararme tras él a ver cómo hacía una página, una simple viñeta, una ilustración, era como asistir a una ceremonia; prácticamente «fotografiaba» en mi memoria cada trazo, cada boceto a lápiz y siempre salía de esos momentos con dos sensaciones encontradas: una, de felicidad, por ser un testigo del quehacer de aquel genio; otra de envidia y hasta frustración, porque sabía que por mucho que me esforzara en mi carrera, jamás llegaría a la perfección y la imaginación de ese sencillo cubano.
Hace unos días, un amigo me comentó, turbado: «Juan, sé que tienes dos hijas pequeñas. ¿Te ponen en aprietos como hace la mía conmigo? Ayer mismo quiso saber por qué la leche es blanca. ¡Imagínate tú!». Yo sonreí al recordar a una de mis nenas: «Papi, ¿por qué las mariposas no vuelan recto?», me preguntó una vez. Aún está esperando por mi respuesta.
Primer acto: Yo. Segundo acto: Yo. Tercer acto: Yo. Cuarto acto: Yo. Quinto acto: Yo. Sexto acto: Yo. Séptimo acto: Yo. ¿Cómo se llama la obra? Las siete maravillas del mundo.
«Asesinato múltiple en escuela primaria en Connecticut», anunciaba un titular de prensa el 14 de diciembre del 2012. La noticia describía cómo un hombre de 24 años entró en la escuela primaria Sandy Hook, de la ciudad de Newtown, Connecticut, vestido con ropas militares —incluido chaleco antibalas— y con el dedo en el gatillo de dos armas de fuego.
Ha comenzado un nuevo año, dejando para el recuerdo el que acaba de terminar. En realidad, nada extraordinario pasa cuando dejamos atrás el 31 de diciembre y comienza el 1ro. de enero, a no ser que, obra del destino, la casualidad, o como le quieran llamar, suceda algo que pueda darle realce a ese cambio de día.
No encuentro todavía la razón por la que diciembre siempre me sorprende tanto, me alegra y me entristece, me lleva y me trae; me entusiasma, me provoca, me enmaraña y acaba pidiéndome más. Aunque inquiero con firmeza, no hallo el porqué de tantas sensaciones encontradas en una hoja, que por ser la última del calendario, de vez en cuando se me desprende sola.