Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Prever, salvar

Autor:

José Alejandro Rodríguez

«En prever está todo el arte de salvar», vaticinó el adelantado de siempre: José Martí. Y ese apotegma debía sustanciar los complejos y nada lineales cambios que supone la actualización del modelo económico cubano.

Sí, porque costará Dios y ayuda transitar de una excesiva centralización a las autonomías y potestades horizontales, diversificar las formas de gestión y propiedad, erradicar el paternalismo estatal y alcanzar las tres ansiadas «e»: eficiencia, eficacia y efectividad en todos los órdenes. Pero lo más delicado será cómo alternar con el Mercado y no sucumbir ante él, para seguir siendo una Revolución.

El tránsito hacia un socialismo más pleno no será expedito. No habrá autopistas seductoras, y sí veredas abruptas, colmadas de obstáculos. Y el principal pedruzco hoy por hoy, la tortuga que emplaza a la liebre, es la resistencia al movimiento de todo lo burocráticamente obsoleto e inoperante, que tiende a perpetuarse camuflado.

A ese asunto unos lo llaman el difícil cambio de mentalidad. Prefiero calificarlo, junto a Silvio, como «miedo a perder el manojo». Es el aferramiento al ordeno y mando, el administrar como a una bodega hasta al individuo. Es desconocer los matices y diferencias. Vivir de los buenos deseos y no de las realidades. Desconfiar de la iniciativa, entender la política como una retranca y no como fuerza liberadora…

El propio Presidente cubano ha censurado la resistencia a los cambios de ciertos «mayorales» de la gestión socialista, los artífices del bloqueo interno. Y en ello concuerda con el sentir popular que le solicita hoy lo mismo que, a principios de Revolución, pedía al máximo líder: «Sacude la mata».

Habrá que cuidarse también de la ingenua percepción que da por sentado el éxito de los nuevos derroteros solo con la adopción de medidas y leyes; del tecnócrata que soslaya el rostro humano de la economía, y busca únicamente los equilibrios macroeconómicos.

Por ello, habrá que adelantarse a la vida y seguir muy de cerca las secuelas que pueden traer los giros económicos en sectores más vulnerables. Adelantarse a los problemas para buscar alternativas a tiempo, y no llegar después de los dolorosos resultados, en un país que ha proclamado que ningún ciudadano quedará desamparado.

Hay que reconocer que la nación se transforma, con plena conciencia de que es la única manera de hacer viable nuestro socialismo. Pero Cuba se salvará de caer en las redes del capitalismo voraz, con la martiana capacidad de prever, en la que no siempre hemos demostrado luz larga. Muchas veces los males y desviaciones nos pisan los talones, y es cuando los reconocemos y asumimos para enfrentarlos. «Prever es vencer», dijo también el Apóstol de nuestra independencia.

Los Lineamientos que guían este vuelco, fruto de un amplio debate popular, no son dogmas y requieren ventilarse día a día con los saldos de su propia aplicación, por aquello de que a nuevas soluciones, nuevos problemas. Implican un observatorio permanente para detectar qué hay que seguir modificando.

Un ejemplo de la necesaria dialéctica, en un asunto estratégico para el país, fue la sustitución del Decreto Ley 259 por el 300, en cuanto a la entrega de tierras ociosas en usufructo, que en esta última legislación recoge el derecho a heredar y a construir viviendas en su área. O las ampliaciones y flexibilidades que va incorporando la legislación para el trabajo no estatal.

No podrá abandonarnos esa urgencia de repensarlo todo, entre todos; ese equilibrio entre el realismo y el ansia de la mayor justicia posible en las actuales circunstancias; la certeza de que no debemos acomodarnos ni confiarnos ciegamente en lo que vamos delineando para bien de la nación. E inevitablemente la terca vida nos llevará a buscar una participación y decisión más protagónica y democrática, desde abajo, del principal artífice del cambio: el pueblo, ese que en las verdes y en las maduras ha sostenido eso cambiante y difícil llamado Revolución.

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