Desde enero del año 2002 la base naval que mantiene EE.UU. en el territorio ilegalmente ocupado de Guantánamo es utilizada como campo de concentración. Con el cínico pretexto de la lucha contra el terrorismo, el Gobierno de ese país ha confinado en ese lugar a personas procedentes de distintas latitudes sin que hayan mediado pruebas o acusaciones de tribunal alguno. Los prisioneros solo han sido sospechosos de haber apoyado a Al Qaeda —organización fundada y dirigida en sus inicios por Osama bin Laden—, o han sido denunciados por otros cuyas declaraciones merecieron jugosas recompensas.
Algunos opinan que, en todo caso, Carlos Saúl Menem cumplirá prisión domiciliaria, pues las leyes de su país prescriben tal beneficio para los mayores de 70 años, y cuando termine el largo proceso judicial que al fin lo ha hallado culpable por tráfico ilícito de armas, él ya tendrá 84.
Es cierto que las indisciplinas sociales están relacionadas con la educación recibida en el ámbito familiar, unido a los déficits de la escuela, mas no debe desconocerse que aunque sin ser determinantes, las condiciones socioeconómicas a veces influyen, cuando no hay manera de que se aprecien solo las aristas más «incómodas» de la vida y se tiende a reproducir referentes negativos, y aunque a muchos no les guste ver las manchas en el sol, no debemos olvidar que quien más las sufren son los implicados y no uno que se entera por casualidad.
Por razones entrañables salí a caminar una de las arterias más importantes de La Habana a altas horas de la noche. Disímiles pasajes y personajes iban discurriendo ante mí. Y en esa ruta, de todo lo visto, una escena me provocó asombro y desconcierto:
Comienza la noche en Santa Clara y la ciudad viste sus mejores galas. Abundan los jóvenes vestidos atrevidamente, según las últimas tendencias de la moda. El llamado «malecón» santaclareño, en las afueras del teatro La Caridad, acoge a cientos de adolescentes y jóvenes empeñados en polemizar, descargar guitarra en mano con los más diversos temas trovadorescos o simplemente reunirse entre amigos. Pero muchas veces no se dan cuenta (¿o sí?) de que molestan a los asistentes al citado centro cultural y no les permiten disfrutar de los espectáculos.
Las conductas marginales van desde las más elementales que podemos apreciar en niños de educación primaria hasta aquellas que nos pueden llenar de horror por tener prácticamente que convivir con ellas. De lo que sí debemos estar convencidos es que tanto las que observemos en una edad u otra, como aquellas que ocurrían antes o las que podamos observar en el siglo XXI, debemos estar prestos a combatirlas por dañinas a la vida de la sociedad así como a las del ser racional.
Hace más de 50 años que vivo fuera de Cuba y aunque desde los últimos 20 he estado yendo allá con cierta frecuencia, nunca me he pasado más de diez días seguidos. No he pensado seriamente en volver en forma definitiva y no lo he hecho por la sencilla razón de que aquí viven mis hijas y mis nietos, y si una vez, por cosas de la vida, puse un mar entre mis padres y yo, no estaría dispuesto a hacer lo mismo con mis hijas, con las cuales tengo una relación mucho más apegada a la que con mis padres tuve.
«Quítate del medio, que mira que te tumbo…» Replico la letra de una conga de tiempos inocentes e infantiles, de coros en las guaguas y excursiones escolares, pero que podría muy bien derivar en cauces más serios.
Cada vez más se abre paso la convicción de que para enfrentar los retos de estos tiempos carece de sentido aprender como un conjuro mágico las fórmulas que fueron efectivas en otros momentos y latitudes, pues aquí y ahora son diferentes los contextos y los problemas, de forma que no queda más recurso que encontrar nuestras soluciones particulares, algo imposible si no hubiésemos aprendido antes a pensar por nosotros mismos. Esa certeza subraya la importancia de seguir perseverando en el empeño de enseñar a quienes ahora se estrenan en la vida a afianzar su criterio propio.
Hay ronquera en mi barrio, hay voces que todavía no se entienden claramente, hay gargantas dolidas. Y no es catarro ni faringitis ni problemas en las cuerdas vocales...