Un par de arbustos colocados de forma transversal impiden el tránsito en una céntrica calle de La Habana, mientras el cielo encapotado y la furia del viento delatan al instante el ambiente lúgubre que ofrece la capital cubana. Pareciera que caminamos por Manchester, con sus nubarrones incrustados en el cielo durante todo el año, y la gente forrada con bufandas y gorros para cobijarse de las gélidas temperaturas. En Manchester el sol no sale casi nunca. En La Habana el sol sale casi siempre. Por eso sorprende que estemos en Cuba, y no en aquel enorme rincón inglés.
OTRA vez septiembre nos devuelve el ir y venir de los estudiantes, de camino a las escuelas o de retorno a los hogares. Nuevamente la familia se ha dedicado —no sin pocos sacrificios— a garantizar la logística necesaria para que los muchachos comiencen las clases.
A contrapelo del resto del mundo, Estados Unidos celebraba este lunes el Día del Trabajo. Y los mensajes de la actual administración no podían ser más impugnables.
EL rostro de Panchita conservaba la marca imborrable de la miseria acumulada a través de toda una vida. Trabajaba en la librería de L y 27 que yo frecuentaba semanalmente en busca de novedades. Eficiente, servicial sin servilismo. A pesar de la corriente de simpatía manifiesta entre nosotras, intercambiábamos pocas palabras. Una tarde, sin embargo, le comenté que había hablado de ella con una persona amiga. ¿Fue Charito?, preguntó con amplia sonrisa cómplice.
El nombre de La Mosca, barrio periférico de la ciudad de Camagüey parece proceder, según ciertos juicios, de la corrupción prosódica del apellido de Carlos Muecke. Muecka fueron pronunciando algunos al referirse a ese norteamericano que en 1904 se avecindó en la ciudad después de haber militado en las filas del Ejército Libertador, durante la guerra de independencia.
La Agencia Internacional de Energía Atómica ha confirmado nuevamente que Irán está cumpliendo todas sus obligaciones del acuerdo nuclear suscrito en 2015, y ese respeto al Plan Integral de Acción Conjunta, la cooperación oportuna y activa de Teherán «aumenta la confianza».
Septiembre se convierte siempre en un mes muy especial para la espirituana Yésika Mora Hernández. La rutina de dos meses de vacaciones de su cuarto aséptico se rompe y, una vez por semana, el pequeño salón se convierte en aula. Los símbolos patrios, un mural actualizado y diferentes medios didácticos disipan todo objeto que le recuerde que vive aferrada a un equipo de ventilación mecánica y todo tipo de atenciones médicas por padecer la enfermedad de Werdnig Hoffman tipo I.
«Parece un contrasentido que mientras el país se “culturiza” y se colma de aulas, maestros y letrados, un documento cumbre, cuya esencia se mantiene casi inalterable desde 1976 —existieron modificaciones en 1978, 1992 y 2002— y que fue aprobado en un multitudinario referendo celebrado en ese año, no esté en la cabecera de cada ciudadano, o al menos en cada recinto donde números y letras se hacen magia».
Es poco frecuente que narradores cubanos desarrollen el realismo mágico, método literario en que García Márquez descolló como maestro. Sin embargo, conozco al menos a uno, cuyo libro me ha seducido. Se trata de Un violín por las noches de luna nueva, de Jesús Díaz Rojas, publicado bajo el sello de la editorial Capiro, en Santa Clara.
Así nos decía un porteador privado meses atrás, y ante el anuncio sus palabras retornaban a la memoria. En efecto, en lo que constituye una señal, para nada desdeñable, el Estado parece enrumbar la actividad de los porteadores privados de pasajeros hacia un mayor nivel de integración con el sistema de transportación del país.