Acuse de recibo
La morosidad en la jubilación solicitada es una falta de respeto para Santiago Ruiz Beltrán, un hombre de trabajo que ha dejado una vida de esfuerzos y sacrificios en el campo, bajo sol, sereno y agua.
Santiago, quien reside en avenida 10, no. 101, en Baire, municipio santiaguero de Contramaestre, es asociado de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) 24 de Febrero. Hizo su solicitud de jubilación, y el 7 de enero de 2019 fue citado para ultimar los detalles del proceso.
Ese día le informaron que todo estaba listo para recibir su pensión, que debía esperar. Pero ya han transcurrido más de nueve meses y aún no la ha recibido.
Ha ido varias veces a la Dirección Municipal de Trabajo y allí no encuentra respuesta. Ha llamado a la Dirección Provincial de Trabajo y le plantean que todo depende de una firma en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en La Habana. Debe esperar a que llegue «el paquete» con todos los casos.
«Yo espero, dice, pero de pensión nada. Soy un hombre con tratamiento oncológico, que tiene que viajar más de 80 kilómetros para recibir los sueros y otros medicamentos. ¿De qué vivimos mi esposa y yo, cuando todos sabemos los gastos que eso requiere? Lo que exijo es mi derecho como trabajador agrícola, lo que me he ganado con mi sudor».
Esperemos que se agilice la jubilación de Santiago, y que también se explique el porqué, cuando la dirección del país está insistiendo en la necesidad de agilizar las diligencias de la población, ha demorado tanto algo que no es un trámite pasajero o de ocasión, sino la justa recompensa, de por vida, a quien lo ha entregado todo a la sociedad.
Tras 42 años de arduo trabajo, Alfredo Oro Moreno (edificio A, no. 30, Patricio Lumumba, Sibanicú, Camagüey) se jubiló como médico veterinario de una UBPC que desde su fundación es rentable. Y está inconforme con el monto de su pensión; por lo cual hace casi un año que reclamó al Instituto Nacional de Seguridad Social (INASS) y aún no tiene respuesta.
Alfredo reproduce los montos de sus ingresos en la UBPC en cada uno de los últimos 15 años. Y se pregunta cómo es posible que simultáneamente se hayan jubilado allí otros trabajadores que percibieron menos que él y reciban chequeras con pensiones de más de 900 pesos mensuales, mientras que la suya asciende a 705 pesos.
«El 19 de agosto de 2019 me pidieron el expediente laboral para tramitarlo en el proceso de reclamación, y hasta el día de hoy no he recibido respuesta», concluye.
En nombre de su esposa, Ismael Izquierdo Rodríguez (calle José Martí 147, Río Cauto, Granma) agradece al colectivo de enfermeras de la sala de radioterapia del hospital Lenin, de Holguín, el calor humano que prodigan a sus pacientes, a pesar de la alta temperatura de ese recinto, herméticamente cerrado y sin ventilación alguna.
«Cuando llega la noche, refiere, los enfermos y sus acompañantes sacan los sillones hacia afuera hasta altas horas de la madrugada. Y son pacientes que se están sometiendo a un tratamiento de calor radioactivo.
«A pesar de esa tan molesta y sofocante temperatura, uno queda satisfecho y complacido, porque existe ese otro calor humano de las enfermeras. Diosas de la Medicina —hay que llamarlas así—, que dan una atención exquisita a sus pacientes. Son preocupadas, amorosas y de una altísima profesionalidad.
«Hablando metafóricamente, se les debe dar la medalla de la virtud a Yaritza Sánchez Espinosa, Elisabeth Almaguer Velázquez, Iliana Carralero Ochoa, Minerva González Sánchez, Yunia M. Alvarado Perdomo y Mariela Velázquez Sánchez.
«Gracias a todas por hacernos sentir bien con sus esmerados tratos, y espero que se solucione el problema del intenso calor que tanto daño les causa a los pacientes», concluye Ismael.