Como quien ve caer una estrella fugaz y no alcanza a pedir un deseo pues quiere ver el brillo misterioso en medio de la noche, así me sentí cuando supe que Michael Jackson, «el rey del pop», había muerto este jueves. Su corazón se detuvo y no quiso seguir andando a pesar de que durante una hora un grupo de paramédicos luchó, imagino cómo, porque el miocardio recobrara el paso.
«Deme 70», dijo el hombre. La dependienta, sin chistar ni maullar, le respondió: «Abra el nailon» y le despachó las siete decenas de dulces. No hubo asombros; más bien gotearon las sonrisas cómplices en la escena.
Muy pocos de mis compatriotas necesitarán que uno les defina el signo de esta etapa: la restricción. Más bien podrían replicarme con esa popular fórmula: «¿Nos lo dice o nos lo pregunta?». Lo digo, cierto. Pero quisiera preguntar, en cambio, si estamos asumiendo recta y no torcidamente las perturbaciones de los tiempos. Quizá varios empleados de un encristalado banco ahora sin climatización parte del día, o cualquier dependiente de una también hermetizada tienda —trabajadores que ya a media mañana han soltado con el sudor casi toda su capacidad productiva en la jornada— me miren con ojo ladeado y comenten: adivine...
De seguro todos recuerdan el cuento donde la esposa sorprende al marido con una esplendorosa rubia sentada en sus piernas y este, más sorprendido aún, responde: ¡No me lo vas a creer!, la historia no refiere el final, póngale usted el que mejor le acomode de acuerdo con su experiencia.
SANTA CLARA.— ¿Cómo es posible que con las altas temperaturas que hay se transporten desde los centros de producción los ahumados y embutidos en las camas de los camiones. Y después bicicleta, carretones o lo que aparezca, para los centros de venta?
El pasado 15 de junio, los magistrados del Tribunal Supremo de EE.UU. escribieron otra vergonzosa página en la historia, al decir NO al llamado de una decena de premios Nobel, parlamentarios, académicos y miles de personalidades de todo el mundo para que a los cinco cubanos presos en EE.UU. se les sometiera a un nuevo y justo juicio fuera de Miami, con todas las garantías procesales.
Aunque la administración Obama solicitó un abundante presupuesto para mantener sus transmisiones, la mal llamada TV Martí está puesta en el colimador de varios políticos, expertos y analistas norteamericanos.
Cuando la mayoría tocó fondo, la República Popular China logró soportar los efectos del descalabro económico global. Las medidas tomadas por el gobierno chino en noviembre de 2008 comenzaron a implementarse de modo urgente y hoy sus resultados positivos son evidentes.
Los rostros revelan la complacencia ante la belleza excitante de las jóvenes, ataviadas con vestidos que insinúan cada contorno de sus cuerpos, mientras se mueven con soltura y elegancia. Es noche de pasarela frente al parque Leoncio Vidal, de Santa Clara.
Ya el cubano siente la crisis financiera mundial; aunque siempre alguien se aferre a la nostalgia de aquella inmunidad económica de los 80, amortiguado este pobre país por una «tubería» que desde las nieves de la Plaza Roja, y al son de la balalaica, nos mantenía ajenos a los vaivenes del mercado mundial y de nuestras propias vulnerabilidades.